Son 70 hectáreas de plantación, exporta dicho grano y chocolate a Ecuador, Francia, Suiza, Alemania y Bélgica
La Hacienda Cacaotera “Jesús María” es un fascinante viaje por el cultivo y cosecha del cacao, data del siglo pasado y es orgullo de México en la producción y exportación de chocolate a nivel mundial.
Se trata de una experiencia narrativa vivencial. Para llegar ahí es necesario tomar la carretera Cárdenas-Villahermosa hacia la Ranchería Sur, 5ta. Sección, Camino Vecinal. Se llega ahí tras poco más de una hora de camino vía terrestre, desde la capital del estado.
En 1917 se inició como una hacienda cacaotera y fue hasta 1966 cuando apostó por el proceso de molienda del cacao para obtener pasta y elaborar chocolate de mesa.
En 1985, la planta cerró y dos años después, la nueva propietaria, Rosa María Cacep, la reabrió, y con su hijo, Vicente Alberto Gutiérrez, comenzó a producir chocolate de manera industrial, actualmente es la mayor productora de derivados del cacao, como pasta, manteca y cocoa dando origen a la Fábrica de Chocolates Cacep.
A bordo de un tractor con jaula y guiados por don Juan Leyva de la Fuente, los pasajeros perciben el intenso aroma de cacao y observan la forma en que están distribuidos los árboles del fruto y aquellos que les propician sombra, como ceibas de hasta 100 años de vida, cedros y hule.
Decenas de trabajadores recogen la mazorca desde el tronco de los árboles o de sus ramas. Para mostrar el fruto del cacao, hacen un corte transversal y se observan las semillas en su interior envueltas de pulpa dulce, también conocida como mucílago o baba de cacao.
En el trayecto, el campesino que, a los 85 años de edad, trabaja con orgullo en la hacienda, señala plantaciones de otro tipo, como pimienta, achiote, plátano, naranjo, guanábana, chicozapote y pan de sopa, entre otras de poca producción.
“Todos los días me levanto a las 5:30 de la mañana para entrar a trabajar a las seis. Vengo pedaleando mi bicicleta y con el gusto de dar el recorrido a los visitantes porque así les muestro la belleza de estas plantaciones y la riqueza del cacao. Es aquí donde se respira aire puro y se vive en paz”, resaltó don Juan Leyva.
Luego de 40 minutos de paseo, la siguiente parada consiste en mostrar, en los viveros de la hacienda, el injerto del cacao criollo almendra blanca.
La técnica consiste en acelerar el crecimiento de la planta, de seis a dos años, sin aplicarle químicos que la dañen o traigan consecuencias negativas para el consumo humano.
Señaló que en Europa les solicitan el cacao criollo almendra blanca, “y nos lo pagan siete veces más sobre cualquier variedad de cacao en el mundo. Lo exportamos a Ecuador, Francia, Suiza, Alemania y Bélgica”, destacó Florencio Sánchez.
El siguiente paso del camino consiste en ingresar a la cocina chontal en la que se aprecian los utensilios, vestimenta, su cocina y su altar tradicional.
Después, se ingresa al “horno”, Florencio Sánchez se refiere a la fábrica, cuya temperatura es muy alta. Ahí se transforma la semilla de cacao a chocolate y sus derivados. El visitante es testigo del tostado, descascarillado, prensado, triturado, pulverizado y envasado.
Otras fábricas del mundo, dijo, reciben la producción en pasta o ellos la tuestan, pero en la Hacienda Cacaotera “Jesús María” todo se elabora hasta llegar a una gran diversidad de productos.
Poco antes de terminar, los visitantes toman helado de chocolate blanco u oscuro mientras recorren la arquitectura original de la casa de la hacienda.
Se aprecian sus bodegas, corredores de mosaicos rojos, columnas redondas y vigas de madera. En su estancia lucen muebles de hace 100 años, retratos, un tocadiscos, diversas máquinas de escribir antiguas, un televisor de bulbos y otros objetos que transportan al pasado, es como si el tiempo se hubiera congelado.
El recorrido concluye con la visita a la tienda de chocolate, en la que se degustan los diferentes tipos que hay: almendrado, amargo, semi amargo, oscuro, blanco y en varias de sus presentaciones: barra, para mesa o confitería.