México, al igual que Brasil, Nigeria, Australia e Indonesia, es uno de los cinco países del mundo con mayor extensión de manglares, distribuidos en los 17
estados costeros del país, pero estos ecosistemas se encuentran entre los más amenazados del planeta. Según estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco, por sus siglas en inglés), hasta la fecha se ha perdido 67 por ciento de su superficie total mundial.
Entre las principales afectaciones a los manglares se encuentra el desarrollo de obras de infraestructura que han alterado los flujos hidrológicos, así como fenómenos naturales, como los huracanes. En México, la Comisión Nacional Forestal (Conafor) lleva a cabo actividades de conservación y restauración de estos ecosistemas. La Unesco estableció el 26 de julio como el Día Internacional del Manglar.
Uno de los casos de éxito de reforestación ha sido el manglar de la laguna de Ventanilla, ubicada en el municipio de Santa María Tonameca, Oaxaca. En 1997, el huracán Paulina provocó impactos ecológicos importantes en el manglar de Ventanilla, el hecho se repitió en junio de 2012, cuando Carlota tocó tierra en las costas de Oaxaca y en su paso destruyó más de la mitad de la zona del manglar.
Desde diciembre de 2015, la comunidad cuenta con una unidad de manejo y aprovechamiento del mangle rojo. A cargo de la Sociedad Cooperativa Lagarto Real se lleva a cabo un programa de saneamiento, restauración y rehabilitación de este ecosistema. Las imágenes que a continuación se presentan se tomaron en el manglar de la laguna de Ventanilla, Oaxaca.
Los manglares son bosques que se ubican en las zonas costeras tropicales y subtropicales. El vocablo mangle es originalmente guaraní y significa “árbol retorcido”. De acuerdo con la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), la formación vegetal de los manglares tiene aproximadamente entre uno a 30 metros de altura.
Los manglares son considerados como uno de los ecosistemas más productivos del planeta. Generan gran cantidad de materia orgánica (en forma de hojarasca, flores, frutos, propágulos, madera y corteza).
A nivel mundial se conoce la existencia de 54 especies de mangle, distribuidas en 20 géneros. En México predominan cuatro especies de mangle (Rhizophora mangle, Laguncularia racemosa, Avicennia germinans y Conocarpus erectus). Una parte importante del manglar de la laguna de Ventanilla está cubierta por mangle blanco (L. racemosa), aunque también puede encontrarse el mangle rojo. Los mangles son tolerantes a condiciones extremas de salinidad, a la inundación permanente o temporal, a la falta de oxígeno en el suelo y agua, y a suelos inestables.
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), el ritmo de destrucción de manglares es más elevado que en cualquier otro tipo de bosques. Al respecto, un artículo de investigación señala que en México la superficie de manglar se reduce a una tasa anual de dos por ciento para la vertiente del Pacífico y 2.8 por ciento para el golfo de México. En la comunidad de Ventanilla, dos fenómenos naturales han afectado el ecosistema; sin embargo, los esfuerzos de rehabilitación y reforestación han hecho posible su recuperación paulatina.
El lugar es hábitat para gran diversidad de especies como la tortuga de agua dulce, el cocodrilo del río, la iguana, entre otros, así como diversas especies de aves residentes y migratorias.
El pato aguja americano (Anhinga anhinga), también conocido como pájaro cuello de serpiente o acoyotl, se distribuye en las regiones tropicales de América. Cuando nada, sumerge todo su cuerpo bajo el agua y deja sólo la cabeza y el cuello en la superficie; los nombres pájaro serpiente y pato aguja aluden a este aspecto.