En palabras de Don Enrique Valles Duran se cuenta la historia de El Gallo de Oro, la cantina más antigua de la Ciudad.
Era el año 1874 en la Ciudad de México y Antonio Huerta, un hombre de origen español, inaugura El Gallo de Oro en el centro de la ciudad. Aunque es un misterio el porque de su nombre, se da a entender que el Sr. Huerta quiso crear su cantina bajo un concepto lo más mexicano posible. Pasan los años y a principios de 1900 el Sr. Huerta vende el lugar a Don Emeterio Celorio, un español originario de Asturias, Madrid.
Es ahí donde el abuelo de Enrique Valles, Ramón Valles Díaz, en 1914 emigra de Madrid a la Ciudad de México en busca de trabajo y contacta así a su paisano Don Celorio para pedirle una oportunidad de trabajo en la Cantina. Ramón Valles, un joven que toda su vida se a dedicado a la ganadería, para 1920 compra la cantina a plazos y pasa a ser dueño de El Gallo de Oro.
En tiempos de Don Ramón la cantina fue visitada por muchas figuras de la literatura tales como Justo Sierra, Mariano Azuela, Renato Leduc y Manuel Buendía.
Se cuenta que todo comenzó cuando un grupo de poetas, llegan con resaca y sin dinero a la cantina, entonces le escriben un soneto a Don Ramón y él maravillado por las astutas letras puestas a su nombre les invita la cuenta y así los escritores se convierten en sus clientes preferidos. Muchos de estos filósofos le llegaron a regalar libros y de esta manera comienza su gusto por la lectura creando una biblioteca con mas de 200 libros.
Mas adelante durante la guerra española, con 16 años, llega su hijo, Enrique Valles Orosco y empieza a trabajar junto con su padre en la cantina. Enrique, un chico que nunca le gusto la escuela, pero con visión para los negocios, decide crear la primera cantina de lujo. Remodelando por completo el lugar y agregando una zona V.I.P. Volviéndose la cantina mas cara de la Ciudad, siendo así de interés para personas de dinero como empresarios, dueños de bancos y famosos. Como Espinoza Iglesias, Don Luis Jiménez, Jacobo Zabludovsky, José Elías Moreno y Luis Carbajo.
Para el año 1971 oficialmente pasa a manos de Don Enrique Valles Orosco y con el decreto de López Portillo se permite la entrada a mujeres en 1982, aunque al inicio se les había construido un salón especialmente para ellas con los años podían ascender a toda la cantina. Y con el temblor en 1985 Don Enrique tubo que bajar los precios y hacer la cantina mas accesible para la clase media. De esta manera se vuelve buffet y adquiere un ambiente mas familiar como se le conoce en la actualidad
Hace seis meses la cantina pasó a los hermanos Carlos y Enrique Valles Duran tras el fallecimiento de su padre. Ellos conservan con vida a El Gallo de Oro para ciudadanos y turistas que desean conocer como es que era antes una autentica cantina mexicana. Manteniendo la tradición de juegos como domino y cubilete o también conocido como chingona veracruzana, juegos típicos de cantina, que en aquellos entonces se utilizaban para hacer apuestas, que regularmente eran tragos. Tales como el Manyul a la Veracruzana, un preparado que solo se puede encontrar aquí. Esta bebida se prepara con azúcar, hierbabuena, vodka, ron oscuro, jerez y licor de cacao. A consejos de Don Enrique Valles les recomienda solo tomar de dos a tres a pesar de lo refrescante y delicioso que es este trago. También nos aconseja probar platillos como el cabrito, el mole de olla, los tuetanitos y el cachete de chicharrón tipo norteño. Promete que todo el menu estara deliciosos y picositos.
Agradezco a Don Enrique Valles por contarme la historia de El Gallo de Oro y a enseñarme a jugar cubilete. Definitivamente es un lugar que debes visitar si estas en la Ciudad de México pues a través de la cantina se puede sentir la historia y tradición del lugar.