El turismo, motor de la economía global y generador de millones de empleos, enfrenta un reto tan crucial como ineludible:
equilibrar su capacidad transformadora con su responsabilidad hacia el planeta y las comunidades que lo habitan. En un contexto donde el turismo mundial ha recuperado plenamente las cifras pre-pandemia y que, en España, ha alcanzado los 94 millones de visitantes internacionales en 2024 según ONU Turismo, es momento de preguntarnos: ¿podemos avanzar hacia un modelo regenerativo que no solo mitigue daños, sino que también genere impactos positivos duraderos?
La respuesta no solo es afirmativa, sino que también es urgente. Es imperativo reconocer que el turismo, si bien genera desarrollo económico, también tiene su consecuente impacto en los ecosistemas y las comunidades de cada destino, en especial de aquellos cuya economía depende de forma significativa de los beneficios monetarios que genera este sector. Este efecto puede transformarse en algo positivo si las empresas del sector asumimos un liderazgo responsable y adoptamos estrategias sostenibles como eje transversal de nuestras operaciones.
Este año, en Grupo Piñero cumplimos 50 años desde que iniciamos nuestra actividad en el sector turístico y, ante este importante hito, es relevante revisar aquellas directrices que, si se aplican, pueden transformar la manera de aplicar la sostenibilidad para que, dentro de otros 50 años, podamos seguir disfrutando de viajar por este maravilloso planeta.
::: Turismo regenerativo
El turismo regenerativo va más allá de conservar la biodiversidad existente; busca revitalizar ecosistemas, fortalecer culturas locales y empoderar comunidades. No se trata solo de reducir emisiones o evitar la contaminación, sino de devolver al entorno más de lo que tomamos. Este enfoque demanda inversión, colaboración y compromiso a largo plazo, en especial por parte de las empresas privadas que formamos parte de este sector.
Así, debemos invertir para apoyar a las comunidades locales, promoviendo su economía y bienestar mientras se respeta su cultura y tradiciones. Para ello, las empresas debemos priorizar la contratación local interna y externa, creando puestos de trabajo y apostando por el comercio autóctono. Desde Grupo Piñero, apoyamos a las comunidades locales de los destinos en los que operamos con una contratación del 97% a proveedores locales, asegurando que nuestra presencia suponga un cambio a largo plazo en ellas. Porque, al ampliar nuestra visión más allá de nuestros establecimientos, conseguimos que el efecto positivo de nuestra presencia en cada localidad se multiplique de forma exponencial y que inspire un cambio colectivo en el sector.
::: Mejorar condiciones ambientales
También podemos extrapolar esta filosofía a cómo nos desenvolvemos con los ecosistemas naturales. Si nos limitamos a objetivos de reducción de huella de carbono o de porcentajes de residuos recuperados, el alcance de nuestras iniciativas se ve limitado. El compromiso siempre debe ir más allá, con iniciativas que conserven y protejan pero que también restauren, aprovechando nuestros recursos para invertir en mejorar las condiciones ambientales de las zonas naturales a las que llegamos.
Para asegurar que este cambio permee en la sociedad y perdure en el tiempo, nuestros esfuerzos también deben dirigirse a educar a la sociedad. Desde Grupo Piñero ya lo hacemos a través de nuestra Fundación Eco-Bahia, la cual ofrece programas de educación ambiental a turistas, operadores y a las futuras generaciones en todos nuestros destinos, permitiendo que, desde una empresa privada, hagamos partícipes al máximo número de personas posible para promover la sostenibilidad en todos sus niveles.
Pero, para que este efecto se siga propagando, la colaboración público-privada y las alianzas estratégicas son fundamentales para lograr cambios estructurales. Los acuerdos con gobiernos locales, organizaciones sin ánimo de lucro y otras empresas del sector son un motor esencial para facilitar la protección de áreas naturales sensibles y aseguran un equilibrio entre desarrollo y conservación.
En definitiva, el turismo no se reduce a un motor económico. Es algo que conecta a personas y culturas y que lleva siglos aportando un valor diferencial a nivel global. Por tanto, un turismo regenerativo es necesario y, para que nuestras futuras generaciones puedan seguir viajando, las empresas, gobiernos y sociedad civil debemos trabajar juntos, adoptando modelos que prioricen el bienestar de las personas y el planeta. Con una visión clara y con acciones decididas, está en nuestras manos transformar el turismo para que, dentro de 50 años, podamos mirar hacia atrás con orgullo al ver que nuestro legado perdura.