Describen el Santuario de Atotonilco, la ‘Capilla Sixtina mexicana’

Guanajuato, México, 11 de agosto de 2025 ::: En el corazón de México, un templo barroco del siglo XVIII

fue apodado la Capilla Sixtina mexicana por su riqueza artística y relevancia histórica. Se trata del Santuario de Jesús Nazareno de Atotonilco, ubicado en el estado de Guanajuato, que ostenta el reconocimiento de la Unesco como Patrimonio de la Humanidad.

 Este santuario, célebre por sus murales y su arquitectura, se consolidó como un referente del arte sacro en América Latina y un símbolo del intercambio cultural entre continentes, según destaca National Geographic.

::: Ubicación y dimensiones monumentales
El Santuario de Jesús Nazareno de Atotonilco, junto con su Casa de Ejercicios, se localiza en la localidad de Atotonilco, dentro del municipio de San Miguel de Allende, en el centro de Guanajuato.
El conjunto arquitectónico ocupa más de una hectárea, de acuerdo con el Catálogo Nacional de Bienes Culturales Muebles e Inmuebles de Propiedad Federal. En la zona suroeste del recinto se encuentra el santuario principal, acompañado por siete capillas anexas, lo que refuerza su carácter monumental y su importancia dentro del patrimonio cultural mexicano.

::: Historia, arte barroco y reconocimiento internacional
La historia de este templo se remonta a mediados del siglo XVIII. La colocación de la primera piedra tuvo lugar el 3 de julio de 1740, aunque la construcción formal comenzó en 1746 y se extendió hasta 1776.
El proyecto fue impulsado por el sacerdote y poeta mexicano Luis Felipe Neri de Alfaro, quien se inspiró en la Iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén para concebir la edificación. El santuario se compone de una nave principal, siete capillas, una sacristía y seis camarines, elementos que reflejan la complejidad y la riqueza de su diseño arquitectónico.
Uno de los aspectos más sobresalientes del Santuario de Atotonilco es su ornamentación interior, que lo hizo merecedor de comparaciones con la Capilla Sixtina del Vaticano. Los murales que decoran las capillas fueron realizados por el pintor Miguel Antonio Martínez de Pocasangre, mientras que los óleos que enriquecen el conjunto son obra de Juan Rodríguez Juárez, destacado artista del barroco novohispano.
Estas creaciones artísticas, según National Geographic, constituyen un testimonio del esplendor del arte religioso en la Nueva España y de la influencia de la doctrina de San Ignacio de Loyola en la ornamentación y la iconografía del templo.
En tanto, el reconocimiento internacional del Santuario de Jesús Nazareno de Atotonilco llegó en 2008, cuando la Unesco incluyó tanto la Villa Protectora de San Miguel como el santuario en la lista del Patrimonio Cultural de la Humanidad.
El organismo internacional subrayó que “San Miguel de Allende fue un verdadero crisol de influencias mutuas entre la cultura española, la criolla y la indígena, y constituye un ejemplo excepcional del intercambio cultural entre Europa y América Latina”. Además, la Unesco resaltó que la arquitectura y la decoración interior del santuario evidencian la profunda huella de la espiritualidad ignaciana.
En valoraciones recogidas por National Geographic, la Unesco consideró el sitio como una suerte de puente entre tradiciones artísticas y religiosas de ambos continentes. Una unión que se evidencia en las paredes de este impactante edificio.

::: Un santuario vivo en la actualidad
El Santuario de Jesús Nazareno de Atotonilco representa una de las expresiones más notables del arte y la arquitectura barroca surgidas en el periodo virreinal, consolidando su lugar entre los tesoros culturales de México y del mundo.
Además de su valor patrimonial, el santuario continúa desempeñando un papel activo en la vida espiritual de la región. Cada año, miles de peregrinos acuden al recinto atraídos por su fuerte significado religioso y su poder de convocatoria, dando vida a tradiciones que perduraron durante generaciones.
Las ceremonias y celebraciones que se desarrollan en sus espacios mantienen vigente la función original del lugar, convirtiéndolo en un destino turístico y cultural, y en un epicentro de fe y devoción que sigue influyendo en la identidad de Guanajuato y de todo México.

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