Cuando la certidumbre empresarial se tambalea, no sólo se mueve el suelo bajo los pies del capital: se sacude el tejido
mismo del empleo, de la productividad y del contrato social que sostiene la economía de un país. Hoy, México vive esa zozobra. El comunicado que divulgó CONCANACO SERVYTUR México el pasado 27 de octubre de 2025 es una alarma que trasciende meras estadísticas: es un llamado a despertar.
La Confederación hizo publica una encuesta que no admite ambigüedades —con base en un levantamiento en 19 entidades federativas (35 % de ellas en la frontera norte)— reporta una cifra que taladra el ánimo: el 83.8% de los empresarios consultados conocen alguna empresa que está evaluando cerrar, reducir o reubicar operaciones en México, por culpa de elevados costos operativos-fiscales (58.2 %) o por cambios regulatorios o aduanales sin aviso previo (41.8 %).
Este dato ―más allá de su valor numérico― es un síntoma: cuando los agentes productivos sienten que la tierra es movediza, actúan. Y se preparan para partir.
No es menor que el 20.6 % de los casos correspondan a empresas que empleaban a más de 500 personas. Cada fábrica, cada planta, cada unidad de producción que desmonta sus operaciones, es un golpe al empleo formal, a la estabilidad regional, al entramado de confianza que tanto cuesta edificar.
Algunas cifras recientes confirman que el terreno está resbaladizo: en el primer trimestre de 2025, la inversión total en México se contrajo -4.0% frente al trimestre previo y -6.8% frente al mismo periodo del año anterior.
La sombra del freno inversor, de la retirada de capital privado, se proyecta como una amenaza tangible.
Y, sin embargo, los análisis macroeconómicos ofrecen un matiz: México logró captar un récord de inversión extranjera directa (IED) de 34 265 millones de dólares en la primera mitad de 2025, crecimiento de 10.2 % respecto al mismo periodo del año anterior.
¿Contradicción? No necesariamente. Es más bien el reflejo de que los flujos grandes pueden todavía entrar —por grandes apuestas estructurales o compromisos anunciados— mientras que el grueso de las empresas presentes en el tejido nacional (familiares, medianas, locales) sí detecta riesgo y se repliega., ven cada vez mas lejana la seguridad jurídica o simplemente son victimas cotidianas del pago de piso y la extorsión
El comunicado de la CONCANACO identifica seis factores recurrentes que encendieron la alarma para los empresarios familiares:
- Incremento en aranceles internos.
- Inseguridad en rutas productivas.
- Excesivos tiempos de respuesta institucional —hasta 750 % más lentos en la SAT y la Secretaría de Economía.
- Duplicidad regulatoria entre niveles de gobierno.
- Costo e inestabilidad del suministro eléctrico.
- Sólo uno de los problemas está vinculado con factores externos o tratados internacionales: los otros cinco son de carácter interno.
Este dato es clave: la batalla por la inversión no sólo se juega en los tratados, en la geopolitica o en los mercados globales —se juega adentro, en los tiempos de resolución, en la coherencia regulatoria, en la seguridad en la estructura de costos nacionales y en la viavilidad jurídica.
CONCANACO propone una hoja de ruta para 2025–26, estructurada en seis frentes prioritarios:
- Certidumbre regulatoria y fiscal, con lineamientos anticipados de 90 días, implementaciones graduales y mapas de riesgos regulatorios.
- Seguridad productiva y logística, con corredores seguros
- Incentivos a la permanencia y reinversión, como devolución ágil de IVA, cofinanciamiento tecnológico, tarifas justas para MiPyMEs.
- Simplificación aduanera y comercio exterior.
- Refuerzo de la imagen-país y consumo local, con estímulos sectoriales.
- Gobernanza y seguimiento institucional, con un Observatorio de Competitividad y Empleo Formal, y Mesa Nacional de Certeza Jurídica con resultados vinculantes.
Como bien dijo el presidente de CONCANACO, Octavio de la Torre de Stéffano: “Las empresas familiares del sector comercio y servicios son el corazón productivo del país. Retener la inversión y dar reglas claras no es solo una acción económica: es una política pública para proteger el empleo y fortalecer la competitividad regional de México”
Vivimos un momento crítico: la inversión —y lo que es más importante, la reinversión y permanencia de la misma— requiere más que buenos titulares. Requiere certeza. Y donde se instala la incertidumbre, los recursos se retraen, los proyectos se congelan, y la economía se convierte en un actor cauteloso que no apuesta sino espera.
Aun cuando los registros macroeconómicos muestran una Inversión extrajera al alza, el verdadero barómetro es lo que hace el empresario local, el que siente la presión de costos, tiempos, regulaciones e inseguridad. Cuando ese actor empieza a moverse, el quiebre ya no está en las grandes cifras sino en las vidas de miles de trabajadores.
La ruta de CONCANACO es lógica, razonable, necesaria. Pero solo será eficaz si se implementa de verdad, con plazos claros, con mecanismos vinculantes, con seguimiento. Porque cada semana que pasa sin actuar, la señal es para quien invierte: “el suelo puede moverse”. Y en México hoy, más que nunca, el suelo está temblando.
Alejandra Del Río
@alejandra05 @aledelrio1111
Presidenta de PR Lab México, Catarte y Art Now México, ha escrito columnas sobre política, arte y sociales en muchos de los medios más reconocidos del país, particularmente en el Heraldo de México, El Punto Crítico y en el Digitallpost. Ha participado en numerosos proyectos de radio a lo largo de 20 años, hoy además dirige el podcast Fifty and Fabulous en Spotify.