A LOS ELECTORES:
"Los hombres son como los números; sólo adquieren el valor de la posición que ocupan": NAPOLEÓN
Propios y extraños han aceptado que la cuestión de fondo sobre la consulta de revocación de mandato del domingo 10 de abril, no estriba en revocar o ratificar al presidente Andrés Manuel López Obrador.
Para la mayoría de los observadores, e incluso de los ciudadanos, la cuestión es participar o no participar. Las tendencias de diversos sondeos señalan como lo más probable que un porcentaje muy reducido acuda a las casillas.
Lo cierto es que desde la perspectiva del Presidente y de MORENA, se trata de mostrar un poderoso músculo político, para enviar el mensaje de que el liderazgo obradorista y la autonombrada 4T no se detendrán ante nada. El resultado de la consulta ocupa un lugar secundario, pues todas las encuestas apuntan a un triunfo arrollador de la ratificación. Es decir, el tema importante es la capacidad de movilización.
No debe extrañar, pues, que entre legisladores de Morena, gobernadores, presidentes municipales y, sobre todo, sus operadores electorales, circule una máxima que a la vez presiona y motiva: “El Presidente quiere cuarenta millones de votos”.
Tampoco debe extrañar la dinámica desatada y sin contemplaciones de todos los gobernantes y altos funcionarios oficialistas, en lo que es una verdadera reedición de una figura que ya creíamos enterrada: la elección de Estado con uso intensivo de recursos públicos y abierta violación a la ley.
A partir de esta óptica cuantitativa podemos proyectar escenarios en cuanto a la reacción del presidente en la mañanera del 11 de abril.
El escenario más probable es que no se alcance la meta exigida por AMLO, ni la necesaria para hacer vinculantes los resultados de la consulta. Esta última condición exige la participación del 40 por ciento de la Lista Nominal de Electores, equivalente a 37 millones de votos totales.
Es previsible que la participación del domingo se ubique entre 15 y 20 millones de ciudadanos (16 a 20 por ciento), poco más de la mitad de lo obtenido en la consulta sobre los juicios a los ex presidentes. Tal nivel de participación podría ser percibida como una señal de debilidad de López Obrador y la 4T.
¿Cuál sería, pues, la reacción del presidente ante tales números?
En la mañanera del 11 de abril veríamos un Andrés Manuel aún más radicalizado, en defensa de su poder y su legado. AMLO se manifestaría con furia en contra del INE, ratificando sus acusaciones de que es antidemocrático y de haber boicoteado de principio a fin la consulta.
Luego López Obrador entraría a una segunda etapa, redoblando su apuesta por una reforma electoral, difícil de concretar porque su partido no tiene mayoría calificada en el Congreso. Por ello, el presidente acosaría y buscaría debilitar al INE rumbo a las elecciones de 2024, a fin de éste no le impida la elección de Estado del obradorismo para continuar en el poder.
AMLO se aseguraría de que los tres asientos de consejeros que se renuevan en 2023, fueran ocupados por personajes afines, incluso con el actual método de selección. Es decir, el objetivo sería transformar al INE en un instrumento más de la alianza oficialista.
Vendría también un último golpe político para sacar adelante la reforma eléctrica. Si las amenazas de EUA llegaran al extremo, lo cual sería muy probable, AMLO cedería algunos puntos importantes a cambio de que le dejaran espacio mantener su discurso de soberanía y redención popular ante sus seguidores y operadores.
Tal sería el panorama de cara a la transición sexenal: AMLO asegurando su posición como gran garante de la estabilidad y la viabilidad de la 4T, que no necesariamente significaría la estabilidad económica, política y social de la Nación.
Tocaría a la sociedad civil y a la oposición reconducir al país por mares más serenos y democráticos.
¿Será posible?
Investigación: Upa Ruiz This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.
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