A LOS ASPIRANTES A LA PRESIDENCIA, DE TODOS LOS PARTIDOS:
"La delincuencia y la mala vida son la medida del fracaso del Estado. Todos los delitos, al final son un delito de la comunidad": H. G. Wells
Como simple ciudadano que soy, veo que la violencia provocada por el crimen organizado tiene dos dimensiones. De una parte está el tamaño de los cárteles y del otro su barbarie.
Según datos recientes del Consejo Nacional de Seguridad Pública, en los últimos cuatro años se han llevado a cabo ocho 806 mil detenciones relacionadas con el CO, una cuarta parte de ellos eran objetivos prioritarios. Asimismo, se han decomisado 17 millones –sí, millones- de cartuchos. Lo que nos debe impactar de estas cifras es que no obstante alcanzar varios miles, el CO sigue tan campante. Su capacidad de “reposición” de elementos y armamento es inmedible.
No es de extrañar pues, que Zacatecas hoy sea un desastre, como lo son Baja California y Guanajuato. El crimen organizado da muestras claras de no ceder un ápice en su lucha por el dominio de las plazas.
En Zacatecas, por ejemplo, en represalia por el asesinato del Gral. José Silvestre Urzúa, la Guardia Nacional detuvo a algunos malandros, lo cual a su vez provocó la siguiente represalia del Cártel Jalisco Nueva Generación. El pasado fin de semana, esta última organización delictiva generó el caos en las carreteras, la capital del estado y hasta en el penal de Cieneguillas. Zacatecas cerrará el año con más de mil doscientas ejecuciones.
La otra dimensión de la DO es su escalamiento de la violencia. Las masacres son cosa de todos los días y, peor aún, ya no se conforman con asesinar a sus rivales.
Un compañero periodista me compartió un video con la siguiente leyenda: “El Cártel Jalisco destazando e incinerando a sus víctimas”. En el video se ve a un hombre, muy tranquilo, echando trozos de carne a una hoguera. Pensé, en un principio, que el texto era una exageración, hasta que vi como el hombre levanta un cabeza y la echa al fuego. Este video no es único, ni infrecuente.
No es de extrañar que muchos de los muertos pertenecientes a la CO queden como desaparecidos, si es que alguien los busca.
Hay otra rama de esta violencia desmesurada y que corre de manera igualmente dolorosa e impactante, que se lleva entre las patas a víctimas totalmente inocentes y a sus familias.
Los expertos del Comité contra la Desaparición Forzada de la ONU, expresaron una seria preocupación en mayo de este año: “Más de 100,000 personas desaparecidas registradas oficialmente en México (desde 2005 a 2022) es una tragedia desgarradora.” Durante la visita del Comité a México por un período de dos semanas se registraron 100 desapariciones más.
De esta enorme cantidad de desapariciones, casi 38 mil corresponden a la presente administración. Algunas organizaciones civiles hablan de 14 casos diarios, otras contabilizan 26. Cabe señalar que 56 por ciento de las víctimas son femeninas, cuya edad oscila entre los 10 y los 19 años (Data Cívica, agosto 22). Esto nos habla de ese otro negocio del CO: la trata de personas con fines de explotación sexual y hasta el tráfico de órganos.
La desaparición de mujeres cobró notoriedad en Tlaxcala, pero ahora ocurre con más frecuencia en Colima com 364 desapariciones por cada 100 mil habitantes. Para ser una entidad tan pequeña en población, la cifra es escandalosa.
Hasta ahora desconocemos cuál es la estrategia de la Guardia Nacional para frenar la violencia en México. Ya sabemos que debe haber más detenciones y un combate decidido a la impunidad, pero nadie ha explicado cómo se lograrán tales objetivos. Las Fiscalías, bien sea la General de la República y/o las estatales tampoco son claras al respecto. Los programas sociales, en el mejor de los casos, son medidas con resultados en el largo plazo.
Así que les pregunto: ¿Qué proponen? ¿Qué tan decididos están de entrarle en serio al problema? ¿Tienen el temple? ¿Tienen los colaboradores eficientes para hacerlo? ¿En qué cooperamos los ciudadanos?
Porque lo que es que a los mexicanos ya estamos verdaderamente hasta la ma%$#...
Leopoldo Mendívil
Colaboró: Upa Ruiz This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.
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