Actores del 2024: Los electores

¿Qué sucederá cuando el gasto en los programas sociales desfonde las arcas nacionales y el gobierno no pueda brindar

los servicios primordiales?

LIC. LUISA MARÍA ALCALDE, PRESIDENTA DE MORENA:

"Populismo: conjunto de ideas que entiende la política como una lucha maniquea entre el pueblo bueno y una élite conspiradora": Kirk Hawkins

Como ya se acerca el final del año, quiero dedicar estas últimas columnas a los diez actores y procesos que marcaron el 2024 y que muy probablemente seguirán incidiendo el próximo año.

Desde mi perspectiva, doña Luisa María, el actor más importante fuimos los electores, no sólo porque vivimos los comicios más grandes de nuestra historia, sino por nuestro comportamiento frente a la urna. Desde el inicio del proceso electoral, era claro que la doctora Claudia Sheinbaum tenía altas probabilidades de ganar la contienda, tanto por el indebido apoyo gubernamental otorgado desde Palacio Nacional, como por la demora con que la oposición fue tomando decisiones y la ineficacia con la cual las implementó.

Sin embargo, no esperábamos una diferencia tan grande entre doña Claudia y la ingeniera Xóchitl Gálvez. El periódico El País junto con Oraculus, al promediar las encuestas y aplicar ajustes estadísticos, esperaban que la brecha entre la primera y la segunda fuera de 20 puntos, pero la realidad nos dio 32.

Así que creo que conviene pararse por un momento a pensar sobre el marco en el cual ocurrió la victoria y qué nos espera.

Es claro que el primer piso de la 4T fue posible construirlo por el ambiente de enojo hacia la clase política por su incapacidad para facilitar la movilidad social y no acabar con la inseguridad, al tiempo que seguía con prácticas corruptas. Ello dio espacio a que la narrativa de un México caótico y fallido germinara con fuerza, dando espacio a la polarización; había que dividir al país entres buenos (el pueblo) y malos (todos los demás).

La posverdad, con su manejo artificial de los hechos y la sobre simplificación de una realidad compleja y a veces amenazante, solo fue el instrumento para consolidar seis años de populismo autócrata, caracterizado el “secretismo, la confusión burocrática (“no es el cargo, sino el encargo”), los subterfugios seudolegales (los decretos violatorios de la Constitución), la manipulación de la opinión pública el ataque constante a los críticos” como bien describe Moisés Naim la conducta de los populistas.

Pero como todos sabemos, doña Luisa María, la 4T cometió fallas garrafales en sus promesas centrales. Nunca llegó a brindar una salud como en Dinamarca, acabar con la inseguridad en un año, combatir decididamente la corrupción y conseguir un crecimiento del 5% anual; a lo anterior cabe agregar el criminal manejo de la pandemia y el derroche de los recursos en la megaobras. Incluso las cifras oficiales hicieron patente los fracasos de la 4T.

Sin temor a equivocarme, estoy seguro de que el electorado no hubiera perdonado a un gobierno priista o panista tantos naufragios y, aun así, los ciudadanos votaron por la 4T. ¿Cómo es que los mexicanos optaron por la continuidad? ¿Somos débiles mentales? ¿Masoquistas?

La respuesta más simple y obvia es que fueron los programas sociales -esas dádivas sin indicadores de éxito- la variable determinante; sin embargo, cuesta trabajo aceptar que un ciudadano se conforme con tres mil pesos mensuales para atender a su padre anciano a cambio de carecer servicios médicos y medicinas que cuestan el doble.

Algunos analistas sugieren que el electorado fue benevolente, pues siempre creyeron en las buenas intenciones del expresidente, dando a la 4T el beneficio de que seis años eran insuficientes para la transformación. Otros más agregan, y con harta razón, la falta de representatividad de los partidos de oposición.

Hay un factor que poco se menciona: la identificación partidista y la movilización resultante. Primero que nada, MORENA fue creada a imagen y semejanza de los atributos y retórica lopezobradoristas, los cuales tienen gran aceptación entre la población, como ya dijimos. Y éstos, me atrevo a pensar, seguirán siendo el cimiento, mientras dure el enojo de la sociedad con el pasado, lo cual ayuda a atemperar el contraste de personalidades entre el exmandatario y la actual presidenta.

Y es con esta exasperación que MORENA ha construido un clivaje identitario en nuestro país. Podrán llamarlos chairos, pero ahí están y son 36 millones que sienten que ahora tienen voz, la voz que -en su percepción no del todo justa- la democracia les negó. Así que ya puede el Congreso barrer los pisos con nuestra Constitución, total.

Ahora bien, ¿qué pasará en México si MORENA vuelve a fracasar en las promesas básicas, licenciada Alcalde? La pregunta no es ociosa dada la situación financiera y la desinstitucionalización del país.

¿Qué sucederá cuando el gasto en los programas sociales desfonde las arcas nacionales y el gobierno no pueda brindar los servicios primordiales?

¿Qué pasará cuando las inversiones no lleguen por el debilitamiento del Estado de Derecho y el país se ahogue en un crecimiento nulo?

¿Qué hará el partido guinda con un enojo acrecentado al sentirse los electores defraudados, una vez más?

Con la colaboración de Upa Ruiz

X: @upa_ruiz

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