Pareciera que la señora Sheinbaum, la candidata ganadora, estuviera feliz porque recibirá un país sin problemas, con
todo al cien por cien. Lamentablemente la amarga sonrisa de Claudia, es un fiel reflejo de lo que ocurre en su interior, en ese debate del cómo se deshará de su padre político.
La que será a partir del primero de octubre, la presidenta de México, tendrá la presión de un expresidente muy activo, y lleno de rencor.
Es una patología la manera en que algunos integrantes de Morena están dispuestos a obedecer a AMLO, realmente es incomprensible.
La doctora lo sabe, ella conoce muy bien la obediencia ciega de muchos compañeros de su partido y de algunos, ya colados en su gabinete.
La actitud de una cantidad considerable de futuros legisladores, le deja en claro a Sheinbaum, que ella no mandará, será su antecesor.
López Obrador es un profesional de la hipocresía, su alumna más avanzada, esboza con singular alegría su maestría con esa herramienta.
La diferencia entre el maestro y la aprendiz, es que ella aún no sabe ocultar sus enfados, no disimula cuando está molesta, pero aprende rápido.
No conocemos a la futura presidenta, destacamos algunos pingües esbozos, lo cierto es que, hasta ahora, ella no ha podido ser.
La señora que triunfó en las votaciones, es apenas una pálida sombra de quien realmente es, la futura presidenta, no podrá ser, ni teniendo el poder desmedido que su antecesor le regalará.
La que ya debiera estar tomando sus propias decisiones, ahí está el presidente para estorbar, él se adelanta en dar a conocer nombramientos del gabinete de la sucesora, por citar un ejemplo reciente.
En esa hipocresía en la que se manejan en la cuatroté, el señor del palacio, comenta en su mañanera, en el IMSS e ISSTE, seguirán en sus cargos los actuales titulares, lo debió haber dicho la Doctora.
Lo que vemos cotidianamente es aun casi ya expresidente, muy fuerte y muy inquieto, y a una ya casi presidenta, titubeante y opacada por las acciones de su correligionario.
La señora triunfadora, no ha podido hacer público la falta de recursos, el endeudamiento infernal, ni ha podido francamente, reconocer que sus promesas de campaña son meras palabras.
Es política y también, pragmática, una mujer cuyas capacidades no estarían en duda de no ser porque es casi imposible que logre deshacerse de Andrés Manuel.
Es tan grande la influencia, -sea por la buena o no-, de López Obrador, que, al gran amigo de uno de sus hijos, lo impúso para continuar como Secretarío del Trabajo.
La señora a quienes algunos gustan adjetivar como la “científica”, más parece una obediente secretaria de despacho del gabinete actual, pero no, ella será la presidenta.
Nos espera un torrente de imposiciones, de cambios constitucionales, una agenda que es del actual presidente. ¿Cuál es la agenda de Claudia?
La hipocresía de aquí a octubre y será así todo el sexenio, si la doñita Sheinbaum, no logra quitarse al señor López O. de encima.
Hasta la próxima.
Jesús Corona Osornio
@coronaoso
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Periodista, Psicoanalista, Director de Analítica Lacaniana, autor de El Acento Periodismo. Miembro de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión. con más de 37 años ejerciendo el periodismo en México.