La zona conurbada en el centro de nuestro país ha dejado en claro su fracaso en cuanto a su política de transporte público desde hace más de 15 años. Hemos presenciado que la expansión urbana ha traído, como consecuencia, el aumento en la demanda de viajes, pero no en mejora de la infraestructura ni en la calidad del servicio. Aun cuando el tema ha sido visto desde diferentes enfoques, hay uno que al menos los decisores en esta materia no han alcanzado a atender, me refiero a su impacto en los bolsillos de los habitantes, además de la calidad de vida, el impacto ambiental y sus consecuencias en la salud. Atenderlo significa comenzar por reconocer el fracaso que se ha tenido en esta materia.