Disfrutar una película o realizar un video-llamadas desde cualquier lugar, son algunos de los beneficios que nos ha dado la evolución de las telecomunicaciones.
Con el incremento en la velocidad de transmisión, la reducción de costos y el avance en la tecnología de los smartphones, hoy podemos realizar casi cualquier operación bancaria, surtir nuestra despensa o comprar cualquier artículo desde cualquier lugar y en cualquier momento sin tener que visitar un banco o tienda, ni qué decir sobre el cambio de paradigma que enfrentan las organizaciones para adoptar el teletrabajo, que según diferentes estudios, se estima que para el 2020, el 50% de la fuerza laboral estará bajo este esquema.
Dado lo anterior, la industria de las telecomunicaciones se ha convertido en uno de los principales elementos para el desarrollo de un país, pero a su vez, en un atractivo mundo de información cuyo valor para el cibercrimen supera los 575, 000 millones de dólares, según los cálculos de la empresa de seguridad Symantec.
Para hacer frente a las amenazas directas hacia esta industria, no solo es necesario reforzar tecnologías de detección y protección contra ataques avanzados y establecer programas de identificación y prevención de fuga de información personal de sus clientes, también es fundamental contar con procesos de capacitación y detección de ataques a nivel humano.
Todo esto porque una de las principales amenazas a las que se enfrentan es el fraude por suscripción, que es cuando un individuo realiza una contratación de una línea telefónica (la mayoría de las veces con todo y teléfono) utilizando identificaciones falsas, esto para la empresa representa una pérdida, ya que una vez que se identifica el fraude, ni el equipo ni el consumo de la línea es recuperado.
Sin embargo, es muy importante tener en cuenta que las empresas de telecomunicaciones, aun cuando realicen su mayor esfuerzo para mantener nuestra información segura, su principal objetivo es proveernos de los servicios y beneficios que ya hemos mencionado, por eso, es fundamental entender que los dueños y responsables de resguardar la información personal, somos nosotros mismos por lo que necesitamos tomar conciencia de que existen muchas formas de que un ciberdelincuente obtenga nuestra información sin la necesidad de intervenir comunicaciones o hackear nuestro teléfono.
La ingeniería social, el robo de dispositivos sin contraseñas para protegerlos, la publicación de datos en redes sociales, son una forma sencilla y efectiva que han encontrado los atacantes para obtener información y suplantar nuestras identidades para cometer delitos o ganar dinero vendiendo la información en el mercado negro, donde según datos de Symantec el valor de una tarjeta de crédito puede oscilar entre los 50 centavos de dólar, hasta los 20 dólares, dependiendo del tipo de tarjeta o país, crédito disponible; si parece poco esta suma, imaginemos lo que representó el robo de más de 40 millones de tarjetas a Home Depot hace algunos años.