Se achica Peña

SINGLADURA

¿Le queda algo por hacer a Peña? La pregunta viene a propósito del alud crítico que como una catarata interminable y peligrosa acosa la gestión del presidente, quien casi seguramente ya no siente lo duro sino lo tupido cuando aún le restan poco más de dos largos años para poner pies en polvorosa.

Es tan densa la crítica al presidente que éste ha salido a apelar a las “buenas noticias”  que según él no reflejan los medios. ¿Pero cuáles señor presidente? Es la pregunta básica e inicial que nos hacemos, si no todos, si la abrumadora mayoría de los mexicanos.

Vea si no. El nuevo episodio inmobiliario de su esposa con el potencial contratista Ricardo Pierdant ha obligado al mandatario, una vez más, a salir en defensa de la ex reina de las telenovelas de Televisa.

Aun sin reponerse del daño mayor que fue el escándalo de la Casa Blanca en Sierra Gorda 150, Peña otra vez tuvo que salir al paso para “explicar” la política del buen vecino de Pierdant hacia su esposa al pagar casi 30 mil dólares de impuestos. Tener un vecino así no tiene precio. Haga usted la prueba con su vecino y ya verá lo que le dice si se atreve usted a pedir “un favor” así.

Pero el caso Pierdant y Key Bizcaine es pecata minuta  si se quiere frente a hechos “más sólidos” que acuchillan a Peña, cuya popularidad está en el peor nivel que haya tenido cualquiera de sus antecesores en los últimos años. No es para menos. Como telón de fondo y contra todo interés expreso de difundir puras malas nuevas, es claro que México sufre los embates de una crisis múltiple, aún sin salida y que se imbrica en la pugna por la sucesión presidencial del 18, que atiza el encendido escenario nacional.

Es claro que Peña está cada vez más aislado, a tres años y medio de asumir,  y tras la derrota de su partido en las elecciones del 5 de junio pasado, abriendo varios flancos en su contra al mismo tiempo.

El mandatario acumula día a día más adversarios, entre ellos la Iglesia, el ala radical del poderoso gremio de maestros y ahora hasta el sector empresarial.

Peña enfrenta la ira de la jerarquía católica por proponer elevar a rango constitucional el "matrimonio igualitario".

Están también las renovadas protestas callejeras de un amplio sector del gremio magisterial, que se opone a toda costa a la reforma educativa aprobada hace tres años, y que el titular de Educación, Aurelio Nuño, no supo instrumentar.

Otro factor que también confronta el rechazo de sectores conservadores fue la decisión de Peña de proponer la legalización de la marihuana con fines medicinales, aunque lo que realmente enojó a la jerarquía católica fue la de aumentar dosis mínima por persona que se puede portar de 5 a 28 gramos.

Peña, que deberá entregar el poder a su sucesor en 2018, mantiene la peor crisis de imagen de su gestión, con menos del 30% de popularidad, el nivel más bajo de todos sus antecesores desde 2000.

Para colmo de males, la economía se encuentra en vilo debido a la caída de los precios del petróleo, la depreciación del peso, calculada en un 27% desde el año pasado a la fecha y acentuada en los últimos días debido al temor de que el magnate Donald Trump llegue a la Casa Blanca.

Agregue a esto, la criminalidad desatada,  la renovada guerra entre los capos del narco, las ejecuciones extrajudiciales y otra “lindezas” que casi seguramente ya tendrán a Peña lógicamente preocupado por el Frankenstein que enfrenta. ¿O le vale?

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