Llegan las invitadas fantasmas a el proceso electoral: las encuestas, las de todo tamaño y al gusto del cliente...cuestan millones y sus realizadores las defienden a fuego y espada. Le dicen la guerra de las cifras, en todo caso se trata de un circo voraz en donde se intenta convencer a un adormilado auditorio de que la bola de cristal es real...encuestas que son realizadas en alguna dimensión desconocida de la sociedad y
que rara vez alguien es auscultado. Pregúntele a un familiar o al vecino de al lado sobre cuando le llamaron para preguntar sus preferencias electorales y tendrá su propia anti encuesta. Pues con esta chatarra se quieren ir a la batalla. Con estos calderos de alquimista trasnochado nos quieren vender aquello de que el pastor tabasqueño va a la cabeza. Encuestas por aquí y encuestas por allá, pero según los recientes procesos electorales todas han sido un fracaso, casi ninguna ha logrado atinarle, viniéndose a bajo con todo y el prestigio de esas casas medidoras, pero como el prestigio no es el nombre del juego se sigue con las mismas recetas, solo para generar en la opinión publica indecisa una corriente que les pueda llevar a tomar dirección a la hora de su voto...las encuestas no muestran ningún tipo de panorama electoral, solo operan para sembrar percepciones...pero la gran sociedad dentro de sus herramientas de venganza en contra de sistemas políticos y sus partidos ha sabido ocultarse detrás de los números, un supuesto encuestado es capaz de decir una cosa y votar por otra, son pocos los que fijan con determinación su voluntad electoral, ahí, ocultos es que se han dado las grandes sorpresas no solo en México sino en muchas partes del mundo, Inglaterra con el Brexit, Colombia con el proceso de paz y el desastre de los estados unidos. Antes de esos procesos de votación las casas encuestadoras contemplaban todos los escenarios menos los resultados que después supimos... Aquí en México se ha venido replicando esa fórmula, electores que ya sabían por quien irán pero que no lo dicen y no hay poder humano ni de sondeos que les obligue a manifestarlo...así que nos pueden llenar de numeritos, de gráficas, inundar de sondeos de opinión pagados... La hora buena, la de la verdad está muy lejos de conocerse. Así que nadie puede arrojar cohetes antes de que salga el santo.