La UNAM es el laboratorio social del país, caja de resonancia para dar lectura al termómetro de México.
Si se quiere comenzar un incendio toman a la UNAM como pastizal seco, por ello, lo que apuntaba a una marcha pacifica de los ceceacheros termina siendo una batalla campal, nada había alterado el orden de la máxima casa de estudios, hasta que en Azcapotzalco , a la directora del plantel del CCH, María Márquez Cárdenas, le dio por comenzar a agitar el avispero. Hoy está destituida y el plantel está cerrado.
La cosa amainaba, hasta que llegó otro feminicidio, el de una joven de 18 años, estudiante del CCH Oriente, Miranda Mendoza, quien fue secuestrada y su familia no pudo pagar la recompensa de 5 millones de pesos, la asesinaron y abandonaron su cuerpo en la México-Cuautla.
Hasta la Rectoría de la UNAM llegaron los alumnos en muestra de solidaridad con la familia de Miranda. pero la violencia llegó por cortesía de los porros que son impulsados por manos siniestras, los alumnos aguantaron la granizada de piedras y bombas molotov, con resultados de cuatro lesionados, dos por arma blanca.
Llegó el diablo y sopló. Lo que debería ser el recuento de una serie de exigencias estudiantiles se pintó hoy como la génesis de la violencia.
¿A quién conviene que CU se incendie? Algunos alumnos acusan a las autoridades universitarias de haber enviado a estos grupos de choque, es difícil de creer si nos atenemos a que sería desquiciante una decisión así por parte de alguien en Rectoría, ya que ningún beneficio se podría obtener de una conflagración de estudiantes que podría paralizar a la UNAM y extenderse por la piel de millones de jóvenes.
Aguas, los peligros de que muchos jóvenes se crean eso de que han sido atacados por parte del Estado, o de la propia Rectoría es sumamente peligroso, pues se trata, a todas luces de la intención por emplearlos como conejillos de indias para revolver las aguas sociales.
Los porros no son otra cosa que el brazo armado de miembros de siniestros políticos que lo mismo han alimentado y protegido a los del Che Guevara, que a los narcomenudistas que campean por distintas facultades.
Por ello insistiremos en la pregunta: ¿Quién o quiénes tratan de prender fuego en estos tiempos de transición política? ¿A quien conviene dejarle el comal calientito a López Obrador? ¿A quién beneficiaría el que la UNAM estalle en mil pedazos?
El rector Enrique Graue ha sido mucho muy enérgico en cuanto a su discurso antiviolencia, ha demostrado estar de lado de los alumnos y sus causas. Es un dialogista, ha peleado por la UNAM y la búsqueda de mejoría presupuestal.
Y ha conseguido arrancarle una par de compromisos al próximo presidente Andrés Manuel, entonces: ¿A quién o quiénes conviene apedrearle el rancho agitando de esta manera a los estudiantes? ¿Quién busca que la transición sea lo menos tersa?