Es común escuchar: “da terror ir a cargar gasolina!”. En la sección finanzas del sol de México leemos que la premium toca los 22 pesos en la capital, está de locura
pues aun cuando el precio internacional del petróleo, ronda la mezcla mexicana ronda los 77 dólares, o sea, vendemos petróleo a buen precio y este entra a la arcas , esto no es utilizado para amortiguar el bolsillo de las familias mexicanas.
Hacienda solo lanza una aspirina como estímulo fiscal de 1,85 pesos por litro, cuando en realidad por litro pagamos más de 8 pesos de puros impuestos, para colmo el precio del dólar ronda los 19 pesos, y ¿esto que tiene que ver? Pues nada, que tres de cada cuatro litros que consumimos en México son traídos de los estados unidos.
La madre de las paradojas reside en esta maldición de ser un país petrolero que es incapaz de producir sus propias gasolinas y esto signifique que la sociedad no tenga que vender un riñón para ponerle un cuarto de gasolina al tanque. El milagro se espera venga de la modernización de las refinerías existentes además de la construcción de tres más, lo que no promete una mejora en lo inmediato, pues se trata de apuestas a largo plazo, y mientras habremos de continuar sangrando nuestra economía con esos precios de oro de la magna, la premium y el diesel y perdón, no soy economista, pero el sentido común nos hace pensar en que si nuestro barril de petróleo trae buenos números y que la caja registradora está sonando, porque no bajar el precio de las gasolinas? Sabemos que este gobierno plagado de genios tecnócratas no lo harán, pero se apela a la llegada de los nuevos para que en un sentido de justicia social se plantee la necesidad de revisar estos precios ya que los mexicanos estamos pagando los errores del desmantelamiento de Pemex y toda la corrupción amontonada por años, eso si, sin que exista una sola factura en contra de su sindicato o alguno de sus directores que llevaron a esta situación de quiebre a la otrora paraestatal.
O ya de perdida, en un combate mucho más enérgico a los huachicoleros.
Los mexicanos no podemos salir más lastimados con estas reglas en donde todos ponen y el gobierno mal distribuye los recursos. Ir a surtir gasolina al auto, al camión, al transporte público, con lo que usted utilice o se mueva , nos significa un boquete en la economía doméstica y empresarial, como si estuviésemos en tiempos de guerra o de escasés cuando no es así solo que los mexicanos nos hemos acostumbrado a los incrementitos de centavos, que no se sienten, hasta que se sienten.
Ahora, todo cambiaría si a cambio de estos altos precios recibiéramos servicios y gobiernos de calidad, pero no, las carreteras federales son un asco…solo por citar un pequeño ejemplo de la relación entre auto y gasolina. Y lo peor es que ya se desmantelo la promesa de que con el siguiente gobierno bajarían. Así, más nos hubiese valido no ser un país petrolero o ser una nación menos corrupta.