Desconozco cuál haya sido el motivo para que José Ramón Amieva, Jefe de Gobierno sustituto de la Ciudad de México desde que Miguel Ángel Mancera decidió
que buscaría un escaño en el Senado de la República, para mandar quitar las placas que referenciaban el nombre del Presidente Gustavo Díaz Ordaz, quien ordenó la edificación del transporte colectivo más eficiente del país, y que al cabo del tiempo ha sido considerado uno de los más eficientes en todo el mundo, e indudablemente un patrimonio de ingeniería de quienes lo utilizamos para desplazarnos por toda la extensión territorial de la Capital del país.
Y digo que desconozco cuál fue el motivo de la desaparición de esas placas que referenciaban el nombre de uno de los Presidentes de la República más recordados a causa de los excesos cometidos por las fuerzas policiales de La Ciudad de México, porque hasta ahora el señor Amieva no se ha dignado a dar una explicación coherente y adecuada a la importancia del involucrado, y la forma en que se tomó una decisión de este tipo que por razones obvias pretende desaparecer un episodio de la historia de este país.
Que quede claro, el Señor Gustavo Díaz Ordaz fue Presidente de la República porque así lo decidieron los mexicanos de todo el país. Y podrán decir sus malquerientes que no fue un buen presidente o que fue responsabilizado de los excesos policiales en contra de quienes realizaron el movimiento estudiantil de 1969, o que mando al Ejercito Mexicano a disparar contra los estudiantes reunidos en la Plaza de Las Tres Culturas en Tlatelolco. En fin, son muchas cosas que al cabo del tiempo se han dado por verdaderas, pero que en su momento fueron desprendidas de simples conjeturas.
Que quede claro, el Metro de La Ciudad de México ha sido uno de los emblemas de nuestra modernidad, y sobre todo, uno de los transportes más eficientes del mundo por sus 226 kilómetros de longitud, distribuidos en 12 líneas, y sus 390 trenes que están calculados para atender a 4.5 millones de personas al día. Pero también hay que señalar que presenta presentar un déficit en su capacidad de un millón de usuarios, según datos del propio organismo.
El Jefe de Gobierno sustituto, José Ramón Amieva, tomó la determinación de quitar todos los vestigios de quien mandó a realizar la obra subterránea más eficiente del país y uno de los ramales más amplios del mundo, simplemente porque se le ocurrió que así tenía que ser. Hasta ahora no ha mostrado que haya sido una decisión colegiada, pero lo peor es que nunca hizo consulta alguna entre los citadinos, y mucho menos entre quienes aquí vivimos
José Ramón Amieva no es dueño de las instalaciones del Metro de la Ciudad de México, y mucho menos puede pretender apropiarse de la voluntad de los Mexicanos. ?Que las placas fueron removidas por el cincuenta aniversario de la matanza del dos de Octubre? ?Y quien diablos le dijo que él puede interpretar la historia y juzgar a los Demás? Me parece una estupidez tomar una determinación de este tipo sin consultar a quienes aquí habitamos. Jose Ramon Amieva se convirtió en un mercenario de la historia. Al tiempo.
This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.