Tras su renuncia hay quienes pretenden ahora convertirla en mártir. ¡Por favor! Y disculpen las mujeres, más todavía aquellas que de buena fe, por simpatía de género y aún por ingenuidad, preparaban su voto a favor de Margarita Zavala, la mujer del tristemente célebre Felipe Calderón, el político que mal gobernó a México y dejó como corolario una
estela de muerte, pifias y salvajismo como pocas veces pudieran señalarse en las últimas décadas.
Y digo que me disculpen especialmente las mujeres que simpatizaban con la señora Zavala, pero a decir verdad no encuentro nada de glorioso ni mucho menos en una mujer que como su antecesora en el papel llamado de primera dama del país –recuérdese a Martha Sahagún- pretendió hacerse del poder presidencial con méritos precarios, si acaso.
Ahora la están endiosando en una parodia que me hace recordar a los deudos o dolientes de prácticamente cualquier difunto. ¡Qué bueno era! Sueltan casi infaltablemente aquellos que pierden a alguien cercano, aun y cuando la expresión pudiera constatarse como totalmente falsa una vez contrastada con los hechos.
Margarita fue fruto –y lo sigue siendo- de una perversa ambición política que inició al amparo del poder presidencial. El capítulo, que tendrá ahora que reescribirse a la luz de la renuncia de la aspirante a Los Pinos, inició formalmente con hechos tramposos para conseguir el registro de la candidatura. Siguió con una pobre participación electoral, que se reflejó en los momios resultado de las encuestas de opinión y tuvo su momento definitorio al momento de sacar las cuentas pecuniarias. No fructificó el plan grande, pero vendrán otros. Pronto lo veremos.
Recién el tres de mayo último, escribí en este mismo espacio: “Resumiré los perfiles que observo en Margarita de Calderón y Jaime Rodríguez. Ambos están hoy en la boleta presidencial a partir de la trampa, el engaño y no sé que otra encomienda inconfesable. Ambos saben, estoy seguro, que no llegarán a la presidencia del país este año y sin embargo persisten en una farsa. ¡Qué flojera! Desconozco qué los anima en una causa que saben está perdida desde ahora y de allí deriva la presunción de que tienen una encomienda inconfesable, seguramente. Después de todo, nadie da paso sin huarache, pero a la presidencia no llegarán”.
Una vez concretado el retiro de la competencia de Margarita, ya empezaron a disputarse los escasos votos que presuntamente acarreaba. Se trata de los huérfanos de Margarita. Pronto veremos el destino de éstos y un nuevo abono a la causa felipista-margarita. Sólo puedo pensar en la prostitución política. Bueno, y también en aquella novela de Vicente Riva Palacio, intitulada Monja y Casada, Virgen y Mártir!
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