Finalmente Trump se vió obligado a revertir su política de separación de familias, la presión de la opinión pública internacional y hasta nacional, llevaron al presidente estadounidense ha firmar una orden ejecutiva para no separar a los niños de sus
padres, pero sin disminuir la dureza de su política antiinmigrante.
Al momento de firmar el documento, Donald Trump señaló que enfrenta un duro dilema, pues si es demasiado blando los criminales invaden la frontera, mientras que si es duro la opinión pública dice que es una persona sin corazón.
Pero no con esto se termina el problema, se callan bocas o se cierra el expediente y es que la aplicación de la política migratoria “Tolerancia Cero”, es a toda luces, si bien una política interna de los Estados Unidos, una violación flagrante a la niñez del mundo que solo merece, como todos los niños del planeta ser libres y crecer sin hostilidades.
La política migratoria de Estados Unidos mostró las fauces y la ambición de poder de Trump al precio que sea y pisoteándolo todo
En sólo seis semanas el gobierno de Trump separó a más de dos mil niños migrantes de sus padres, arrestados en su intento por cruzar la frontera norte.
Una acción ruin, baja y carente de todo buen sentimiento, utilizar a niños migrantes muchos de ellos de días de nacidos e incluso discapacitados, enjaulados y en las peores condiciones, sujetos a la angustia de la separación y todo para inhibir el ingreso ilegal a su país.
Política que ha merecido la condena mundial porque trasciende el aspecto legal del fenómeno migratorio, sobre todo por las condiciones en que se encuentran estos menores y que nos remiten a los campos de concentración nazi.
Por años, organizaciones de derechos humanos han denunciado que los detenidos están allí por días e incluso meses, sufriendo temperaturas extremadamente frías, sin camas, sin comida, ni servicios sanitarios adecuados.
Los videos y los audios de esta crueldad migratoria son inauditos y fue la gota que derramó el vaso.
Trump en definitiva “enseñó el cobre” y exhibió su hambre de poder mediante una política de pisoteo humano, de miedo con tal de lograr la elección para renovar el Congreso de Estados Unidos.
Todos hablan de los derechos humanos, pero ¿y los derechos de los niños?
Recordemos la Declaración de los Derechos del Niño, que El 20 de noviembre de 1959, se aprobó la Declaración de los Derechos del Niño de manera unánime por todos los 78 Estados miembros de la ONU. Y citan: “El niño debe, en todas las circunstancias, figurar entre los primeros que reciban protección y socorro. El niño debe ser protegido contra toda forma de abandono, crueldad y explotación.
Pese a la firma de la orden ejecutiva ésta no detendrá a Trump en su intención antiinmigrante, que si bien no fue creada o implementada por su gobierno si fue quien la aplicó y mantendrá la política de tolerancia cero contra el ingreso ilegal a territorio estadounidense.
Esta ley debemos decirlo viene de los periodos de Buch y Obama el operativo "Streamline que buscaban frenar los cruces ilegales y que indicaba que todos quienes ingresaran de manera irregular al país serían procesados como criminales y enjuiciados hasta ser deportados con especial rapidez y con la llegada de Donald Trump se radicalizó.
Hoy seguramente las aguas se calmaran luego de la orden ejecutiva, pero los migrantes, niños o adultos seguirán siendo tratados como criminales bajo la polémica Tolerancia Cero
Se calmaran las aguas pero cientos de migrantes seguirán varados en la frontera entre México y los Estados Unidos, unos en los campos de concentración gringos y muchas más estacionados del lado mexicano esperando la oportunidad de alcanzar el sueño americano
Esto último es un enorme reto para el gobierno mexicano y más aún si hablamos del pacto conocido como “Tercer País Seguro”, que se ha llevado con obscuridad y secrecía y que implicaría que los funcionarios fronterizos de Estados Unidos rechazaran a la mayoría de los solicitantes de asilo, lo que los obligaría a pedir refugio al gobierno mexicano
¿Sería México un país seguro para los migrantes? ¿Tiene las capacidades institucionales para adjudicarse tal compromiso?
Y no hay mucho que pensar, el gobierno mexicano no ha podido dar certidumbre a los mexicanos y si acepta esta responsabilidad se generaran presiones importantes a la gobernabilidad y al empleo.
La incertidumbre aún existe para los migrantes, allá y aca.