(Antes de acusar a nadie, hay que acusarse a uno mismo, para no desmembrarse del pulso divino)
I.-AMAD A VUESTROS ENEMIGOS
ANTES QUE A LOS AMIGOS
Amad, es el único manjar que ha de movernos la vida,
la única vianda que ha de nutrimos en nuestro caminar,
pues aquellos que aguantan porque aman, conquistan
el mayor tesoro vivencial, que no es otro que la quietud,
de sentirse asemejado a Dios y asimilado a su palabra.
Morir de amor es despuntar, vivir sin amor es fenecer.
Uno brota cuando armoniza, uno decae cuando odia.
El amor ha de estar siempre en cada paso que demos,
porque amando uno aprende a quererse y a respetarse,
a concebirse en el enemigo que ha de volverse amigo.
Amad, ¡sí!, hasta el ahogo de vernos en el que nos mira,
en aquel que nos observa y no tiene capacidad de amar,
en aquel que nos percibe, pero no tiene confianza alguna
en nosotros, porque donarse es lo contrario de disponer,
es decirle: ¡ no te irás jamás, vivirás por siempre en mí!
II.- HACED EL BIEN
A LOS QUE OS DESEAN EL MAL
Si amar es el único bien de verdad que hay en camino,
contraigamos este caritativo transitar en corporación,
derrotemos todo mal, logremos otra forma de cohabitar,
pues si en justicia aspirarnos a querer vivir en unidad,
no hay nada más apropiado que cultivar el dulce sueño.
El sueño es la prenda perfecta del níveo pensamiento,
y un pensamiento bien bosquejado todo lo clarifica,
pues depuradas las miserias humanas la voz esclarece,
y aunque las caídas escriben la historia, resuelto el don
de la asistencia, ahora que eres yunque, ten aguante.
Olvidemos el vicio que hemos cosechado, rescatemos
la pureza entregada, salvemos las cosas buenas recibidas,
recobremos el entusiasmo, dejémonos de habladurías,
cultivemos la indulgencia, absolvámonos por siempre,
manifestando, con el buen proceder, ¡ el laurel del amor!
III.- ENSALZAD SIEMPRE
A LOS QUE OS DETRACTAN
Dejemos la contienda del tu más, omitamos la réplica,
armonicemos batallas inútiles, acordemos la concordia,
arreglemos lenguajes que no nacen de nuestro interior,
situémonos en el lugar del otro y el otro en el de nosotros,
hasta loar de amor a los que os denigran, liberándoles.
No hay mejor redención dentro de sí, que la de bendecir
a los que nos maldicen, que la de glorificar por siempre
al Creador del alma por medio de las acciones diarias,
desde el despertar hasta el descanso, ya sea en soledad
o en compañía, pues lo culminante es dar continuidad.
Hasta las plantas con ser plantas cada una es como es,
y todas son la hermosura que nos embellecen al posarle
la mirada, no importa el lenguaje vertido ni la caricia
sembrada, ellas siempre responden con ese primer beso,
que jamás se olvida, porque con sus flores, ¡ nace el poeta!
Víctor CORCOBA HERRERO
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1 de agosto de 2020.-