Bajo el espíritu de la palabra

(Ojalá podamos sentir la necesidad de revisar el abecedario del alma, el lenguaje de nuestra propia vida y que afloren las poéticas más elevadas de amor de amar el amor)

I.- LA POÉTICA SE HIZO VIDA 
 
El sueño se hizo realidad y tomó vida en nosotros,
la emoción es tan grande que la huella del verso 
se adentró en el alma y ha venido a encauzarnos,
porque todo lo que nos circunda es puro corazón, 
pues un corazón que no late desciende y se muere.
 
Somos ese espíritu que ha de ascender amándose,
porque amar es anidar en sí mismo y en los demás,
es querer conjugar lo sustantivo con lo accesorio, 
es buscar y rebuscar el verbo exacto para quererse, 
pues un órgano que no concurre tampoco palpita. 
 
El testimonio a la composición de la gran estrella, 
nos ha cubierto de acción y recubierto de pasión,
para iluminarnos el camino y regresar a la poesía,
de la que nunca debimos apartarnos de su pulso, 
pues sin tino no hay tono ni timbre para encontrarse. 
 
II.- HABITA ENTRE NOSOTROS 
 
El Niño que todos llevamos muy dentro nos florece,
de ningún modo dejemos de escucharle en silencio; 
cultivemos el retiro al llamarle, dejémonos cautivar,
permitamos que nos habite, ha venido por nosotros, 
vayámonos a sus pausas, acompañemos sus pasos.
 
Su atmósfera nos glorifica, la caricia de su mirada
nos despierta los labios del deseo armónico del día, 
es tan enérgica la vivencia que suscita la alabanza, 
la aclamación del ser y la congratulación del estar, 
para que todo el que le acoja, amor siempre recoja.
 
Contemplémonos en la corriente de la Natividad, 
mirémonos y veámonos en el culminante alcance, 
descubrámonos en la pureza de quien nos habita, 
revelémonos en la vibración de quien nos eleva, 
admirémonos de formar parte del poema de Dios.
 
III.-  SE MANIFESTA EN LA SENCILLEZ 
 
En la sencillez de un pesebre se manifiesta el don, 
la gracia liberadora del Creador a la humanidad,  
la balada que nos trasciende y enciende la sonrisa. 
El gesto del Niño será nuestra gesta como linaje, 
la señal imborrable de su venida nadie la ocultará.
 
Con la naturalidad de la palabra, todo se hace lecho, 
para llegar a la certeza de esa evocación celestial,
que da comienzo a la visible historia de la persona, 
con el ánimo de revisar sus andares por esta tierra,  
a la que ha de volverse sol para envolverse de luna. 
 
Tras la fuerza del día, pongámonos en movimiento, 
la savia adquiere efectivo significado con el forjar
y el concebir, pues vale más persistir y rectificar,
que no hacer nada y llorar después, por no haber 
vivido, hasta desvivirse por hallar y seguir a Cristo.
  
 
 Víctor CORCOBA HERRERO
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26 de diciembre de 2020