(En ocasiones; nos ahoga la tristeza del yo, mientras nos acosa un espíritu enfermizo, que nos está dejando sin vías de entusiasmo).
I.- LA TAREA DE VIVIR
La vida se ensancha ofreciéndola, 
y se achica reteniéndola para sí; 
de hecho los que más la disfrutan, 
son aquellos que se entusiasman, 
por la tarea de darse y de donarse.
Este quehacer nos hace ilustrados, 
en el justo hablar y mejor forjar; 
a los pies de la perenne novedad, 
que es lo que nos causa renuevo, 
tanto de caminos como de andar.
No hay mayor afán y desvelo, 
que desvivirse por vivir activo, 
que verse vivo y plasmar misión; 
que hallarse en continua salida, 
y sentirse acariciado por el aire.
II.- PATOLOGÍAS DEL MOMENTO
Hay que precisar a tiempo el no; 
no a una economía que excluye, 
que anestesia y venera al dinero, 
que confunde e infunde violencia, 
como una fuerza y es un fracaso.
Cuidado con las órbitas estériles, 
jamás nos conducen a buen puerto, 
ni reconducen a sensible corriente; 
uno ha de ser dueño y digno de sí,
y no perder la alegría de transitar.
Aquel ser que no sabe ser ni estar, 
que tampoco percibe sus desdichas, 
ni la miseria de su particular cruz; 
ha de surcar el amor para quererse, 
poder amarse y enmendarse al fin.
III.- EL BIEN Y LA BONDAD
Los tiempos germinan de lo vivido, 
del don embellecedor de la jornada, 
y de la bondad sembrada sin más; 
es como se configura lo armónico, 
y se conforma el lozano encuentro.
No ejercitar el bien, es corromper 
la paz que todos ansiamos anidar, 
triturar nuestro paradisíaco interior; 
pues, con el corazón hecho pedazos, 
será difícil reponer quietud alguna.
Vuelva a nosotros la piedad divina; 
esa que alumbra nuestras sombras,
que nos dan expresión a los ciclos, 
ofreciéndonos el asombro místico, 
de brotar de Dios y a Dios florecer.
Víctor Corcoba Herrero
This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.
28 de enero de 2022.-