La Cuarentena de la Cuaresma

(Cada pulsación ha de volver con su fondo a dar forma al verso de la vida, tras afrontar con valentía la lucha interior, que se vence con las armas conciliadoras del espíritu reconciliado; cargando nuestra cruz en unión con Cristo, para descargarnos de las apariencias mundanas).

 I.- ADQUIRIR FUERZA EN LA LUCHA

Decidirse a irse para reconducirse,
es hacerse y renacerse a un existir,
ofreciéndose y donándose sin más,
que la vida es en realidad un soplo,
sustentado en la gracia del anhelo.

Traspasemos el instante y hagamos,
del preciso y precioso momento,
un tiempo de fuerte ahínco austero,
para vivir con alegría el camino
de acogida y recogida de uno mismo.

Lo importante es no desfallecer,
por muy grande que sea la pugna,
y nuestras numerosas flaquezas,
pues sumergidos en la presencia
pura, se fortalece el deseo de ser.

II.- LOGRAR ASCENDER EN LA PALABRA

Contiguo al abecedario del silencio,
manan y emanan los latidos del sol;
se encauzan por el cauce de la luz,
los bríos más liberadores del verbo,
los aires más sublimes de la pasión.

El afecto divino vive en la palabra,
se halla en los pasos de cada ciclo,
coexiste junto a nosotros como pan,
habita en todo lo visible e invisible,
en el contexto de todo movimiento.

Regrese a nosotros, la viva expresión
del encuentro, con el efectivo léxico;
que su articulacion nos haga retomar
y retornar por el itinerario de la paz;
y, en paz, universalicemos su lenguaje.

.III.- ALCANZAR IMPULSO EN LO OCULTO

Hay que llegar a esa marea recóndita,
para que todo se armonice en familia,
para que nada se corrompa en curso,
y toda versión ostente la conversión,
de ser en los demás lo que es para sí.

Mar adentro vamos haciendo pasaje,
para salir de este callejón de miserias,
y poder entrar en lo más incognoscible,
donde todo ha de ser bondad y verdad,
que es lo que en atributo nos eterniza.

Crecer es orientarse en la voluntad,
abrir los ojos del alma y no cegarse,
prestar oídos a la mística celeste,
que es lo que da vida a lo que soy:
El sueño de Dios y en Dios su Amor.


Víctor Corcoba Herrero
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04 de marzo de 2022.-