(Despojarnos y compartir, desvivirse por vivir, ponernos en camino y darnos a los demás; permanecer en guardia para abrigar la
euforia que nos llena de entusiasmo, pues todo se concilia y reconcilia con la presencia de Jesús, que nacerá por nosotros, para ayudarnos al reencuentro de pulsos y a sentir la placidez de sus pausas).
I.- CON LA ESCUCHA DEL ANUNCIO CELESTE
Hay que prepararse para la gran noticia,
tener el valor y la valentía de repararse,
tomar silencio para desarticular sonidos,
aislarse para poder comprender la voz;
que no vocifera, sino que nos apacigua.
Anidemos la calma para ser colmados,
conservemos la energía de la escucha,
vayamos hacia la presencia de la luz,
regresemos a nuestro mundo familiar,
que la estrella va próxima a nosotros.
La invitación no es un mensaje vacío,
germina poblada de gozos y virtudes;
es una súplica a una reforma interna,
un rescate a nuestros propios andares,
una huida de lo frívolo que nos somete.
II.- CON LA SABIDURÍA QUE NACE EN BELÉN
Todo alumbra de los labios del Padre,
aunque descansa envuelto en pañales,
dentro de un pesebre y sin hacer ruido;
pues esta dulce cognición paradisíaca,
tomó un rostro humano que nos eleva.
Hemos de alabar tanto Amor esparcido,
que hoy vierten los versos de los poetas,
y manifiestan también las obras de arte,
para que el mundo no oculte la mística,
de acogerse a Cristo y recogerse alegre.
Vive la esperanza, el júbilo es grande;
deja que la Divina Majestad nos redima,
halle en cada uno de nosotros el calor
del enganche, con un corazón abierto,
para que Él nos ensanche de sus dones.
III.- CON LA JUVENTUD ETERNA DEL ESPÍRITU
El regocijo mayor está en rejuvenecerse,
en alcanzar el aliento del niño naciente,
en no confundirse de signo y orientarse,
en saber llegar al cobertizo de los pobres,
para talarnos de las cosas de aquí abajo.
Con la lozanía de la búsqueda, el deleite
se acrecienta con la expresión del deseo,
pues hallado el místico verbo como guía,
para conducirnos y reconducirnos en paz,
no harán falta más armas, tan sólo almas.
En esta vida todo espiga en el donarse;
uno sonríe si el otro que va contigo ríe,
solloza menos si alguien bebe tus lloros;
y ahora que el Señor alumbra su venida,
mueran desdichas y renazcan las dichas.
Víctor CORCOBA HERRERO
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10 de diciembre de 2022