Nos hemos acostumbrado a vivir en la Angustia Social.

Vivimos actualmente en nuestro país lo que podemos denominar una “Angustia Civil”. Los empresarios cada

 vez son más incrédulos para invertir ante las disposiciones que se han tomado, la falta de inversión que ha llevado a un porcentaje importante de empresas a cerrar, o en el mejor de los casos subsistiendo en agonía. Se despiden, todos los días a muchísima fuerza laboral preparada, fuerte, sana. Uno sale a trabajar todos los días y muchos no saben si regresarán, con trabajo. Los reportes actuales de la tasa de desocupación dentro de la Población Económicamente Activa nos arroja como resultado del estancamiento de la actividad económica es de 3.7% y sabemos que por esta época aumentará.
El resultado que la sociedad está percibiendo es espeluznante, en muchísimas familias hay insolvencia. Todos los días atestiguamos el cierre de negocios, de la vivienda y aún más lastimoso, para todas las esferas, la falta de oportunidad para echar andar proyectos productivos. Así que actualmente, esta angustia civil se puede explicar cómo la búsqueda incesante de oportunidades, las cuales no se encuentran y se agotan.
Lo primero para resurgir es la unidad civil. Ir por el mismo camino, que todos veamos el mismo futuro, trabajar unidos. Se requiere una gran convocatoria nacional de resurgimiento. Ser lo suficientemente críticos para saber que el país lo necesita; se requiere el activarse en cada uno de los sectores, nos hemos acostumbrado tanto al engaño, a las cajas chinas, a las verdades a medias, a los gobernantes en pugna, al circo que es el ejercicio del poder que hemos comprado como parte de nuestra identidad, en donde aseguramos que lo normal es el chanchullo, el que tranza avanza; cuando la regularidad social debiera ser la aspiración de vivir en la oportunidad de crecimiento.
Ahora está Nación requiere una conciencia madura, que tome en sus manos su destino, la responsabilidad del desarrollo. El estado nos debe ofrecer las condiciones necesarias para que así sea. A fin de tener un México con buena salud empecemos por erradicar la violencia, el divisionismo, el sarcasmo en asuntos públicos y el descredito a las diversas ideologías.
Requerimos que sepan los alumnos la importancia de la educación, el para qué instruirse, que significa el aprender más y mejor; cuáles son las oportunidades que van a tener para su desarrollo personal, que opciones productivas reales tendrán dentro de su país. Es prudente, que estén consientes los alumnos que con su dedicación diaria, están construyendo eslabones serios, para la consolidación social del lugar donde se han estado preparando.
Vivimos una hora crucial en dónde la crisis social, económica y política nos está llamando a crecer, empujando todos la carreta; El presente nos está gritando con desesperación para olvidar la historia de los cangrejos. No tenemos tenazas, tenemos manos queriendo producir un mejor porvenir. Ya son muchísimos años deseando una oportunidad. Está primera mitad del año nos está otorgando todos los elementos para poder demostrar que somos un pueblo responsable, que México es un pueblo adulto. Nos merecemos, porque diario buscamos en cada uno de los sectores, mejores condiciones. Si existe un México unido tendremos una sola generación que hagamos la diferencia.
Estamos a un tris para tener una sociedad hundida en la desilusión. Seguir reproduciendo generaciones perdidas. Ya no podemos aguantar el sarcasmo, anhelamos la seriedad en cada uno de los temas que nos atañe. Necesitamos conocer nuestra verdad, saber cuál es nuestra situación, qué opciones tenemos y como conseguirlo y sobre todo para qué... No necesitamos un inconsciente colectivo desinformado.
Precisamos una realidad con datos veraces y únicos, con concesos para construir un objetivo prioritario. El pueblo no es un ente inmóvil, ni inconsciente y el reto es contar con una estrategia que nos una. Dejar enterrado los programas pensados para beneficiar a un grupo o, improvisados de ayuda asistencialista; donde el sustento ideológico sea: “Divide y vencerás”. Para el triunfo de objetivos se necesita vernos beneficiados todos y el elemento principal para el país, es el contar con la voluntad y el respeto de cada uno.
No nos equivoquemos el tener una agenda para construir un país fuerte, con un propósito común, es la verdadera tarea. Ese es el llamado desde la sociedad, un pueblo que ve dentro de cada uno la fuerza para tener un progreso, con sustento y responsabilidad convierte a un estado fuerte, con proyección y crecimiento. Es imprescindible que la fuerza de más de 120 millones sepamos hacia donde iremos.
En el proceso, sin duda habrá desilusionados, discusiones largas, pero habremos democratizando lo más importante: La Unidad; de la que hoy se adolece.
Que no se lea como una más de las utopías nacionales, sino, un recio reclamo para que esta cruzada sea el enfoque para atacar la más importante dolencia social que tenemos, la falta de unidad entre la sociedad. El “Todos” siempre será la carta de presentación ante el concierto de las naciones.
No es un tema de discurso político, es simplemente activar el quehacer público con una visión de que todos valemos para crear un mejor futuro. Esa si es la identidad a la que se debe apelar.