Sabía qué; usted puede ser un indigente en dos semanas...

Cuando vemos a indigentes, sucios, andrajosos, sin rasurar, apestosos, comiendo de la basura, limosneando, hablando poco y con nadie, sin comunicación con su entorno, nunca nos imaginamos que uno de esos podamos ser nosotros.

 Desde luego que nadie con una vida normal, se imagina que eventualmente pueda llegar a ser uno de ellos. Simplemente, nunca ha estado en la aspiración de ninguna persona acabar viviendo de la basura o en la basura. Nadie se imagina que su vida pueda terminar en esas condiciones, más, cuando durante toda su vida se ha dedicado a estudiar o trabajar en una empresa o en un negocio propio, pero la vida, a veces, nos depara un destino impensable, mayor riesgo, cuando su circulo de amistades es reducido. Imagine usted, un escenario posible pero indeseable. Una mañana viaja a un lugar, que no es donde siempre se ha desenvuelto o, simplemente en una zona metropolitana de las grandes ciudades, como las hay en México o en cualquier parte del mundo, donde nadie lo conoce porque nunca había estado ahí. De pronto, sufre un accidente cerebral o en un asalto, alguien le da un mal golpe y nadie se de cuenta o se compadece de usted y termina tirado en la calle como un borracho o borracha, luego de unas horas en que ha sido confundido con algún borracho, usted logra recuperarse, pero no sabe quién es, ni dónde vive, ni recuerda a nadie de sus seres queridos. Ha perdido totalmente la memoria, se ha olvidado hasta de su cuidado personal. El primer día vaga por la ciudad sin rumbo, su aseo personal se deteriora, el primer día con la misma ropa se comienza a deteriorar, sin comer, le crece la barba, su salud se empeora, ha perdido la memoria y todos los indicadores de su personalidad, duerme donde puede, en la calle, sucio, al cuarto día ya ha comenzado a formar parte de ese inframundo social de indigentes, que pululan en las grandes ciudades, ha ingresado al anonimato de seres humanos que forman ese mundillo invisible para el común de la gente. En una semana usando la misma ropa sin aseo, usted ya forma parte de esa amorfa maza de seres – sobrevivientes – que no vivientes, de las calles y el inframundo de las grandes urbes, de pronto y sin sentirlo, lo ha perdido todo. Su familia lo buscará y seguro dará a conocer su fotografía, en ocho días, en nada se parecerá a lo que es usted sería ocho días después, sin el aseo, ni la alimentación a la que estuvo acostumbrado.

Cualquier médico neurólogo, le puede confirmar el riesgo que puede correr si le atinan a dar un mal golpe que afecte, para siempre su capacidad de raciocinio, entonces usted, ya no tiene nada, ni es nada de lo que fue.

Su vida, de golpe, dio un giro inimaginable, el azar le cambió la vida sin pensarlo, si algún familiar o amigo verdaderamente se empeña en buscarlo y siempre que tenga suerte, algún día le recuperará, incluso sin que ya se de cuenta usted de ello.

A usted querido lector, puede parecerle un cruel relato de ciencia ficción, pero la realidad, supera a la ficción. En los sectores privado y público, no hay una institución, ni nacional, ni mundial que atienda y prevenga ese tipo de casos, la insensibilidad humana de las grandes ciudades, fomentan la indiferencia hacia esas personas podrían ser como usted, que están en riesgo de ser utilizados como banco de órganos y cuyas vidas, aunque parecieran inservibles, no dejan de ser seres humanos.


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