El Presidente Obrador destituyó a la secretaria de la Función Pública, claramente es el primer caso de destitución fulminante del presidente a un colaborador, lo que desde la precampaña para elegir al candidato a gobernador de Guerrero era un secreto a voces, esta semana se confirmó.
El tema de Guerrero exhibió al matrimonio Ackerman, su ataque sistemático al candidato a gobernador preferido del Presidente Obrador, su amigo y compadre, Félix Salgado Macedonio, pero el consorte de la secretaria de la Función Pública John Ackerman, siempre tuvo otros planes para su cuñado Amílcar Sandoval, a rajatabla insistía en golpear a Salgado y privilegiar la candidatura de su cuñado. Eso lo supo siempre y desde el primer momento el matrimonio Ackerman. No obstante le apostaban a la admiración del Presidente por el abuelo y el padre de la secretaria, pero eso tenía un límite y ese límite se llama Felix Salgado, ni la secretaria de la Función Pública, ni el “dotorsito” conocido como el “científico consorte” lo entendieron. A pesar de que su esposa tenía la más alta responsabilidad en el combate a la corrupción, subestimaron la furia del presidente.
Cuando se hizo público, que la responsable de la vigilancia del gobierno federal, para combatir actos de corrupción en la 4T, era poseedora de casas y cuentas, que su fortuna rebasaba los sesenta millones de pesos, amasada “según” solo con sus sueldos de investigadores, las cifras no le alcanzaron. También trascendió que hubo cuentas en bancos en la Unión Americana que no fueron declarados y siempre eludieron los señalamientos respectivos, no asumieron que se habían colocado en la ruta de salida del gabinete de la austeridad republicana.
La bandera de la 4T sobre la lucha contra la corrupción difícilmente se puede entender, dirigida por alguien que haya sido cuestionada al no declarar el origen de su patrimonio, ni poder justificar su enriquecimiento inexplicable, su gusto por la “bône vivance” impagable con un sueldo universitario, colisionó con la bandera de la austeridad republicana del presidente, ello se hizo más evidente, en el acto de presentación de su sucesor, donde el “doctor consorte” le redactó una amplia carta, para leérsela al presidente y, que leyera públicamente aprovechando los reflectores de la silla presidencial, leyendo de reojo y precipitadamente, el mamotreto de varias hojas que intentó leer y, que era una apología extemporánea escrita por el “consorte” de lo que no hizo durante su gestión. Eréndira Sandoval, quien, por cierto, siempre se ostentó también con posgrados como su esposo, sin contar con las cédulas profesionales que – de acuerdo a la legislación mexicana – debieran tener y que en los registros de la página de profesiones no aparece, le reprochó durante nueve minutos al presidente su remoción.
Le recordó su apoyo para que llegara a la presidencia, de la vida de su abuelo y de su padre n de ella ni del consorte, del dinero que recabó y aportó – según – durante su gestión para programas del presidente y así pasaron nueve minutos. El presidente, al final no se aguantó, e instruyó al nuevo secretario que aplicara la austeridad republicana. Eréndira dijo finalmente que se regresaba a la UNAM e involucró al rector diciendo que solo la habían prestado, ¡Cuánta arrogancia y vanidad! ¡la UNAM tuvo que prescindir, durante estos años de ella! Que no de su consorte – que cobra voluminosos cheques a cargo del erario universitario y, luego exhibió en los medios una foto con el rector. Ahora nada más falta que le quiera cobrar su salida con ser sucesora del rector. Seguramente un caprichito más del “dotor” consorte, que no conocen ni saben – en la caída libre de su desgracia – ni de leyes ni de la reglamentación universitaria, que responden a otra lógica. De los corrillos de comunicación de la UNAM se filtró también, que el rector, les creyó a los esposos Ackerman, que se vendieron como enlace con el presidente. Si es el caso, qué sucederá ahora que han evidenciado su ambición, el rector la nombrará o privilegiará como al consorte, parece que el tema salpica también hasta la Secretaría General de la UNAM.
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