En su colaboración del sábado, Salvador García Soto, dio a conocer los detalles de una reunió previa a la votación de la reforma energética
a la que fue convocado Alejandro Moreno, líder del PRI, para solicitarle primero de manera política su voto y después en tono amenazante, quienes conocen a Alejandro, saben que es político, pero también es de fuerte carácter y a veces de mecha corta, más aún como padre y jefe de familia, podemos imaginar su cara y su reacción cuando Adán Augusto, poseído por obrador, decide lanzar el último misil, “su familia” desafortunado argumento del presidente por conducto de Adán Augusto, que tuvo un efecto contrario a la pretensión del presidente obrador.
La ira – que no enojo – del presidente, sin importar su fe religiosa, se dejó llevar por uno de los siete pecados capitales, la ira. Como cualquier orden dada desde la sede de palacio nacional, activó todas las armas a su alcance para volcarse en contra de Alejandro Moreno y, así, respondieron desde Campeche.
Al margen de cuestionar el comportamiento vía telefónica, cierta o manipulada, del líder del PRI, condenable, justificable o no, hay varios temas de fondo. Porque no se justifican los arranques de ira del presidente desde Palacio, porque es el presidente de “todos” los mexicanos, y si desde ahí, da rienda suelta a sus impulsos, con todas las fuerzas del Estado, las consecuencias son letales. Precisamente por eso nunca debe ocupar ese cargo quien sea incapaz de contener sus impulsos, sus filias y fobias, sus resentimientos y rencores, para no volverse una amenaza incontenible del odio presidencial.
Buscar, aprovechar o fabricar errores o tropiezos de sus “adversarios” para perseguirlos, mientras se guarda y justifica los errores de los cercanos, evidencia parcialidad, incompetencia y venganza.
Al margen de pasar a ver los contenidos de las grabaciones, habría que pensar, que pasaría, si Alejandro Moreno no fuera ni presidente del PRI, ni parte e impulsora de la Alianza por México, seguramente esas grabaciones ni se conocerían, entonces resulta grave la operación “liquidación del PRI” gestada desde antes de la campaña presidencial.
Ya se ve el presidente obrador, diciendo “llueva truene o relampagueé”, ¡ah sí! Claro que sí, ¡al carajo!, el PRI debe desaparecer, igual que como lo repite su espejo femenino, su alter ego, Claudia Sheinbaum, el INE debe desaparecer junto con los Institutos electorales de los Estados, por ser un obstáculo de la democracia que impide la designación de funcionarios, todo lo que se oponga a la voluntad de obrador, debe desaparecer.
Intolerancia, autoritarismo, uso desmedido del poder al servicio de un solo hombre y no al servicio del pueblo de México, el uso faccioso de las instituciones, la manipulación de información, el uso de medios ilegales para espiar y conseguir información, formar expedientes, acusar primero y luego probar, o sin probar, no viste a ningún gobernante que debiera gobernar con la fuerza del Derecho, mientras los delincuentes son “seres humanos” y hoy dijo que debe cambiar el nombre de “Triángulo Dorado” por el de “triángulo de gente buena y trabajadora” sin excluir desde luego a la delincuencia, a la que obrador insiste en calificar también como seres humanos.
Obrador es capaz de utilizar todos los medios a su alcance, legales o delictivos para lograr su objetivo, en este intento por desaparecer al PRI, a su presidente y a la “Alianza va por México” cuanto más hará o esta por hacer, no entiende que las oposiciones fortalecen a la democracia.
Eduardo Sadot Morales
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