El jurista y abogado penalista Mario Carlo Rodríguez González Ulloa falleció el domingo trece de noviembre del año que corre,
domingo trece, fecha emblemática por el numero cabalístico, coincide con la fecha memorable de la primera más grande manifestación de inconformidad la sociedad con un gobernante cargado de soberbia, frustración y resentimiento, incapaz de colocarse a la altura de un estadista que gobierne para todos.
Mario Carlo Rodríguez González Ulloa, fue de esos personajes que dejan huella en quien le conoció y le trató, bisnieto del expresidente de México, el General Manuel González, aquel compadre de Porfirio Díaz, a quien el dictador de Tlaxiaco le debiera la vida al acudir a salvarlo en una batalla que, de antemano visualizara González que Díaz estaba en desventaja y perdería, al único a quien Díaz le cediera la presidencia, la única vez que la cedió. Y que hábilmente durante su gobierno Manuel González lo envió de destierro a gobernar su tierra Oaxaca.
Mario Carlo estudió en el Colegio México y en la facultad de Derecho, pertenece a esa generación de jóvenes – la mayoría – juristas prominentes, de un periodo de la vida nacional que ocuparan destacados cargos públicos, amigo personal de José Francisco Ruiz Masieu, de Jorge Alemán Velazco y Olga Sánchez Cordero y una pléyade de intelectuales y abogados famosos, cuya lista es interminable. Rodríguez González Ulloa, por su condición de bisnieto de expresidente llegó a organizar las reuniones de descendientes de expresidentes, dejó en el tintero aún, la organización de una reunión a la que pretendía invitar a descendientes del presidente Juárez y de ahí a todos, celebración que se suspendió por la pandemia quedando inconclusa. Mario fue de esos talentosos penalistas que vivieron y a veces sufrieron el derecho penal, llegó a ser subprocurador del Estado de Morelos entre otros importantes cargos. Un hombre distinguido de trato amable, de modales elegantes, afable en su trato y distinguido en suporte, de esos mexicanos que cultivan la cortesía y derrocha buena educación. Era de los que acostumbraban a enviar una nota de agradecimiento, con elegante membrete, salpicado de un lenguaje fino y preciso, después de haber gozado de la anfitrionía de un desayuno, comida o velada de sus amistades, amén de siempre recordar sus cumpleaños.
Mario Rodríguez cultivó todo tipo de amistades, de todos los niveles sociales, lo mismo encumbrados políticos o personajes de rancio abolengo, procedentes de las familias más distinguidas o acaudaladas de la sociedad mexicana, que miembros más modestos y humildes de México, su conducta fue siempre una cátedra de bonhomía, cortés con el ser humano sin reparar en condición social, económica y hasta cultural. se pudo haber desempeñado con holgura como jefe de protocolo de cualquier dependencia.
Mario fue un padre y abuelo cariñoso y educado, un hermano afectuoso e hijo responsable y considerado.
Como amigo siempre fue considerado y fraterno, solidario con sus amigos, siempre identificado con las etapas difíciles de las vidas de sus amigos.
En sus últimos días, se preocupó por no molestar a nadie durante la fase terminal de su vida, ocultó su enfermedad a su familia y amigos cercanos, con la única intención de no ser una carga o molestia para nadie.
Podría decir sin equivocación, que, con Mario Carlo Rodríguez González Ulloa, se cierra una etapa de la historia de México, llevándose a la tumba recuerdos, anécdotas y secretos de protagonistas del México de la segunda mitad del siglo pasado. Con él, partió y se pierde para siempre, una parte de la historia de nuestra Patria.
Eduardo Sadot, Morales
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