Las mentiras en la propaganda política son ridículamente ilogicas, inciertas y mentirosas, Cuántas veces hemos
escuchado decir “han gobernado setenta años” o que “todos son iguales”, refiriéndose a los miembros de cualquier partido, como si vivieran cien años o más, es una falacia, es tan ridículo e inverosímil como el chupacabras o la cabeza de la niña del exorcista dando vueltas – girando en su cuello – sin detenerse, tan inverosímil e impactante, como ilógico e irracional, de locura, que sirve en la propaganda electoral y funciona en el subconsciente colectivo de la masa ignorante, de primera impresión, siendo una gran mentira, es como afirmar que los que gobernaron hace cincuenta o sesenta años, fueran eternos o vivieran más de cien años, y que las instituciones no evolucionaran. En la propaganda electoral, en mercadotecnia y en publicidad impacta e impresiona más lo ilógico, para a quienes se dejan llevar por lo simple y lo creen, como el caso del chaca chaca de la lavadora automática que volvía lavadora a una cubeta según su anunciante Pelayo o como el chupacabras y el exorcista, así como las imágenes, las frases de contenido irracional e inverosímil impactan a quienes no estén educados o estudiados, familiarizados con el ejercicio del pensamiento y la lógica racional, es por eso que la frase “nos gobernaron setenta años” no resiste un análisis racionalmente lógico y verdadero, pues por el simple análisis de que a las instituciones las conforman personas que se sustituyen, éstas no son eternas y las instituciones sí, sin olvidar que se renuevan por el natural cambio generacional por lo que resulta lógicamente imposible que sean los mismos, salvo – claro está – que en el corto plazo esas mismas personas que hayan pertenecido a un partido y ahora se encuentren en otro, como si mágicamente también cambiaran su manera de pensar y su ideología. Por eso, referirse a los partidos, permite a los trapecistas y mercenarios de la política, eludir la presencia e importancia de las personas y de lo humano, ello encubre las verdaderas intenciones y permite su cobijo con el manto protector de siglas o instituciones despreciando el análisis crítico, lógico y objetivo del pensamiento racional.
En la famosa casa de los azulejos, en la ciudad de México, frente a la emblemática torre latinoamericana, hay un escudo en azulejos en el descanso de la escalera, antes de entrar a los baños, de una también famosa cadena de restaurantes cuyo platillo más popular conocido mundial mente, son las enchiladas suizas, que tienen la misma fama que los sombreros de panamá, los chiles habaneros, tres ejemplos de que ni son , de Suiza, ni panameños, ni de la Habana, pero bueno, así se hacen las tradiciones de los pueblos, creencias, dogmas y mentiras, pero nunca verdades, bueno pues ahí decíamos, hay un escudo que ordenó poner el hijo pródigo del conde de Orizaba, señalado por manirrota y despilfarrador, con la sentencia de su padre que nunca haría casa de azulejos – proverbio español para estigmatizar a quienes sus padres eran mejores que los hijos, el escudo dice “Fuerza ajena, ni le toca ni le prende, sola su virtud, le ofende” significa que las cualidades de los padres no deben ser las únicas de los hijos, que cada quien debe ser reconocido por sus propios méritos, el razonamiento en contrario sensu es repudiar que a los hijos y nietos les culpen de los errores, de los padres y abuelos. Sentirse orgullosos de lo que ellos mismos hagan, no de lo que hagan sus ancestros parece injusto que se culpe a los jóvenes alemanes de hoy de las atrocidades de su primer ministro Hitler o a los jóvenes españoles de hoy de las atrocidades de la conquista en México o en Perú, así piensan los ignorantes, como tampoco es racional culpar a los priistas de ahora de los errores del pasado cuando los mexicanos debiéramos estar orgullosos de nuestras instituciones incluidos PRI, PAN y PRD. Por qué no hablamos de los partidos como instituciones, porque sería culpar de las eventuales y discutibles, faltas atribuidas a García Barragán endosárselas a su nieto García Harfuch que nada tiene que ver con los errores o aciertos de su abuelo y que por cierto, hoy ya no está en el PRI de sus ancestros y está en el PRI de Morena. A ningún partido le conviene valorar al PRI al PAN o al PRD como instituciones, pero ya es tiempo de que los mexicanos maduremos más allá de la mentalidad de pueblo, que se conmociona con el chupacabras y racionalmente ver a los partidos que aportaron mucho a la Patria como instituciones y vale apreciarlas porque nos guste o no son instituciones políticas mexicanas, que aportaron mucho para cambiar a éste país y que le han dado lustre internacional.
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