La impresión que tienen los mexicanos de los políticos, por unos cuantos – no todos – es una imagen ganada a pulso.
La profesión de político – dicen – es algo tan serio que no puede dejarse en manos de los políticos, un verdadero político debe ser un estadista, su actuar debiera basarse en su capacidad de interpretar las necesidades sus eventuales electores, debe ser consecuencia de su reflexión y formación ideológica, privilegiar los intereses supremos generales de la sociedad, principios y valores, nunca, pero nunca, sus intereses particulares e individuales por encima de los de la sociedad. Una prueba de su lealtad a sus electores, en una sociedad democrática es obedecer lo que sus electores le mandatan, debe considerar que si bien quienes le elijan lo hacen por mayoría, ésta mayoría es – en la mayoría de las veces – es la mayoría, del total de quienes asistieron a votar, si en un procesos hay más abstencionismo, y solo asistieran a votar solo el veinte por ciento, ello no significa que tiene la totalidad de aceptación y ese ochenta por ciento también cuenta y debe contar más, por ser mayoría, inclusive aún cuando no hayan votado.
Con ese ejemplo, que sucedería si la mayoría de sus electores le mandata votar en contra de algún tema en el que el político no estuviese de acuerdo por su propia ideología y principios, pues si prometió obedecer, porque por eso se postuló y ganó, entonces en la eventualidad de que le mandatan votar en contra de sus propios principios o ideología, si la mayoría se lo mandata, tendrá que hacerlo, esa frontera tan frágil, entre lo que quisiera hacer y lo que las mayorías le mandan hacer, es el indicador de la lealtad que debe un político a sus seguidores, hay quienes creen, que después de la elección los electores les dan un cheque en blanco, un voto de confianza o le dejan en plena libertad, para disponer de su poder para hacer lo que le venga en gana, no, por el contrario un gran político, un estadista, debe mantener siempre su vinculación, más que con sus electores – algo necesario e indispensable – responder, interpretar y representar el sentir y la voluntad de sus electores.
Pero la clase política mexicana se ha pervertido, se ha desviado de su esencia, les han importado más sus intereses y se han manejado a su antojo olvidando el compromiso original.
La salida de Alejandra del Moral, perversamente antes del proceso electoral, una mujer que fue candidata a gobernadora, igual de ruin que el ministro Zaldívar, se han manifestado como la quinta columna, sin importar su prestigio – si algo tuvieron – conscientes plenamente del daño que le hace a partido que les postulara en su momento.
Durante el proceso del Estado de México, se recibían señales de que el gobernador del Mazo ya se había arreglado con el presidente a cambio de una embajada, muchos dijeron que eso no era cierto, hoy se evidencia la verdad. Las abuelitas decían “no hay nada oculto bajo el sol”
A Alejandra del Moral la apoyaron para candidata a gobernadora en el Estado de México, tuvo el respaldo de su presidente Alejandro Moreno a quien traicionó junto con el exgobernador Alfredo del Mazo, hoy es evidente que traicionó, porque ya tenía arreglada su derrota a espaldas del Presidente del PRI, se entiende que operó siempre en contra del PRI, más cuando falta una semana para la elección, aún no me explico cómo un político y más una mujer pueda pasar a la historia, como los grandes traidores de la história.
Eduardo Sadot Morales
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@eduardosadot