“La huesuda quería pan de muerto y su altarcito, pero se entero de los placeres de la tierra, y decidió hacerse de un rinconcito, aquí en la tierra de los vivos, con chocolate espumoso y uno que otro político, “pa” que le contagiara lo vivo”
Amigas queridas hoy hablemos de los muertos, que en estos días nos visitan en nuestras casas y en nuestros altares. Una
fiesta de origen mesoamericano, que coincide con las fechas religiosas del día de los difuntos, y que tiene paralelismo con otras culturas como la brasileña y la japonesa, entre otras. Esta festividad cuyos orígenes son anteriores a la llegada de los españoles, y que se expresa en culturas como la Maya, la Purepecha y la Totonaca, ha ido realizando sincretismos al paso de la historia, y se ha desarrollado de manera diferente en cada región de nuestro país. El 7 de noviembre del 2003 fue distinguida esta fiesta, por la UNESCO, como Obra Maestra del Patrimonio oral e Intangible de la Humanidad. Lo destacable de esta fiesta, es su carácter alegre y lleno de luz, que habla del sentido profundo que nuestra cultura le da a la muerte. Quizá en nuestras época, la visión positiva y festiva, no es tan clara, como lo era para nuestros ancestros, ya que ahora han nacido tantas teorías respecto a la muerte, y a la vida después de la muerte, que las personas se han vuelto más complicadas, menos crédulas, y por lo tanto, menos felices y creyentes.
Y quiero volver a ese punto, como siempre, lo simple resulta lo más atractivo y lo más divertido. La gente que aún conserva la tradición, no siente pesar por sus muertos, los celebra con su comida preferida, se preocupa en poner las velas necesarias para que reencuentren el camino a casa. Tienen el vaso de agua tan necesario en ese camino tan dificil del inframundo al nuestro, y esas flores multicolores que adornan las ofrendas con el papel picado, que invitan a los muertos a volver a casa desde de las sombras, con la sal y el incienso para purificar el camino.
Es un acto festivo que reúne a la familia, y los invita al placer de reencontrar su pasado, de revivir momentos felices con aquellos que se fueron, de recibir los mensajes de los muertos, a través de aquellos que dicen que tienen el don de verlos y conversar con ellos. De los corazones que aún lloran las partidas, y los de aquellos que han entendido el difícil proceso de decir adiós.
Hoy la invitación es a guardar a nuestros seres queridos en el corazón, porque mientras ellos vivan en nosotros, seguirán vivos y amados. Tú recuerdo y tu corazón es una veladora que les ilumina el camino, y tu vida, llena de placeres y de retos por vencer, es lo que después del 2 de noviembre, apunta en tu horizonte. Dejemos marchar a la muerte, y todos los días hagamos un canto de alegría por la vida que despierta todos los días para nosotros. ¡Disfruta tu día de muertos!
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¡BESOS Y DISFRUTA TU VIDA… TE LO MERECES!
ANDREA DE LA TORRE
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