La historia de México y Estados Unidos representa un mosaico con diversos matices y contrastes, son muchos las situaciones que nos definen en cuanto a las relaciones con el país vecino. Dentro de la etapa moderna vemos diferentes momentos, pero algo que resulta inevitable es que cada vez que ambos mandatarios se reúnen generan
diversos escenarios y comentarios, el pasado encuentro no fue la excepción.
Tenemos un vínculo inevitable del que no podemos escapar y que por el contrario en los últimos años se ha buscado aprovechar, por ello vemos diversas acciones bilaterales con el objetivo de que ambas naciones exploten su cercanía. Cercanía que en diversas ocasiones ha generado conflictos y acuerdos, así debemos de entenderlo porque la mayoría de las ocasiones sólo le hemos dado importancia cuando esta relación conlleva rispideces y dejamos de destacar los beneficios de la interdependencia; las explicaciones simplistas superan a los análisis serios, confunden al nacionalismo con la crítica automática derivada de cualquier acercamiento con el país vecino.
Considerando esta relación es como debemos de explicar la última reunión entre ambos países, cuyos acuerdos y desafíos -aún amplios- van en la misma tesitura que el rumbo que nuestro país está tomando. Ahí está la agenda que se desprendió en 2013, nombrada Diálogo Económico de Alto Nivel Estados Unidos-México, la cual se enfoca en avanzar las prioridades estratégicas económicas y comerciales que son relevantes en la promoción del crecimiento económico mutuo, la generación de empleos y la competitividad global de ambas naciones. Busca aprovechar las áreas potenciales con tres ejes pilares: la promoción de la competitividad y la conectividad; la promoción del crecimiento económico, la productividad, la cultura emprendedora y la innovación; y la asociación para un liderazgo regional y global.
Es una relación económica que no podemos demeritar; la región de América del Norte es la más competitiva y dinámica del mundo. Contamos con un comercio bilateral anual de más de 500 mil millones de dólares y una inversión transfronteriza de más de 100 mil millones de dólares.
Durante esta reunión el propio presidente de los Estados Unidos reconoció que México se está moviendo en la dirección correcta, felicitó a nuestro mandatario por la reciente aprobación de las reformas estructurales durante su primer año. Por eso, la tarea que tiene el Congreso mexicano no puede dejarse en segundo plano; la legislatura entrante tiene entre otras responsabilidades, discutir, analizar y definir aquellas leyes secundarias pendientes de estas reformas, pero ese diseño legislativo deberá de ser cuidadoso a fin de que los resultados que se tengan sean recibidos por todos. Quienes salgamos a votar en las próximas elecciones, lo haremos confiando en que las y los representantes cuentan con la experiencia necesaria para seguirle apostando a que nuestro país continúe por el mismo derrotero de los cambios, ayudando al proyecto actual de nación, dejando de lado los falsos nacionalismos en cuanto a la relación con los Estados Unidos y apostándole a las áreas de oportunidad tal y como lo establece el Diálogo Económico de Alto Nivel México–Estados Unidos, del que estoy cierto pronto estaremos recibiendo sus beneficios y eso también vale la pena destacarlo.
* Economista y Doctor en Finanzas
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