Las recientes elecciones intermedias están cargadas de algo más que sorpresas, están llenas de lecciones. La figura hoy tan sonada de las candidaturas independientes hizo que más de uno analista o encuestador levantaran las cejas en signo de asombro, o bien porque no apostaron nada por esa figura en sus predicciones o no esperaban siquiera que alguno de estos candidatos pudiera triunfar.
Además de lo atractivo que hoy resulta para muchas y muchos la posibilidad de competir en el 2018 bajo ese esquema, llama de sobre manera que propios y extraños ya estén levantando la mano con miras a la candidatura referida rumbo a la Presidencia de la República. Y no es que esté mal que vayan a hacer uso del mecanismo, ni siquiera que alguien gane por esta vía, el problema es que no se dan cuenta que estamos a la mitad de un sexenio con una amplia agenda, con un listado de pendientes, pero que desde ahora se están formado y distrayendo de lo verdaderamente importante.
Muchos partidos políticos ya comienzan a realizar los cambios en sus dirigencias con el objetivo 2018, incluso algunos miembros del gabinete federal están inquietos porque quieren ese pastel para ellos; esto implica que distraigan esfuerzos, recursos, lealtades, agendas, prioridades y un no menor etcétera de temas que deberíamos continuar discutiendo y proponiendo alternativas. Pero no, estamos viendo un penoso desfile de personajes que creen que el sexenio ya se terminó.
No logran ver que estos actos son contrarios a la democracia mexicana, que dañan nuestra imagen como país y a nuestras instituciones. Si el interés de algunos políticos es su legítima aspiración al máximo cargo público, que lo digan, pero que sea en sus tiempos, con los recursos que la ley permite y con la cara de frente a la sociedad, aunque algunos sean de casa.
Los resultados de las pasadas elecciones debería ser un piso común de reflexión para todos los participantes, de estar analizando porqué unos votaron por una opción o por otra, debería estar siendo un llamado a la reflexión, pero no un momento para el arribo de las y los oportunistas.
Es momento de ponerse a trabajar, porque ya vimos que si los resultados no convencen al electorado cuentan con otras opciones, estamos ante una sociedad más participativa a la par del desarrollo que esta nación merece, la pregunta es si los personajes que ya se anuncian –hasta en lo obscurito- para el 2018 están también dispuestos a moverse a esta velocidad.
Tenemos un proyecto de nación vigente que está moviendo a México para bien, tenemos un Presidente que está encabezando una amplia agenda de temas relevantes, tenemos proyecto de país, tenemos la estabilidad suficiente para hacer frente a los embates económicos internos y externos. Lo que no se tiene y por eso es el llamado, es la certeza de que hasta aquellos que se llaman los “hombres del Presidente” crean que el sexenio ya se terminó y distraigan sus agendas para aspirar a la Presidencia de la República a tres años de que finalice, que no se confundan.
Dr. Luis David Fernández Araya
*El Autor es Economista Doctorado en Finanzas, Profesor Investigador de Varias Instituciones Públicas, Privadas y Funcionario Público.
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