Bryce Echenique y los políticos

SINGLADURA

A partir de los relevos y enroques recién anunciados en el tren del poder ejecutivo nacional más la instalación de la LXIII Legislatura  típica del mes patrio cada tres años y aún de la entrega del tercer informe de gobierno, México 

registra un repunte de  la actividad política, un hecho que me trajo al recuerdo una charla en alguna FIL de Guadalajara con el peruano Alfredo Bryce Echenique precisamente sobre la clase política latinoamericana.
El punto con el polémico pero prominente escritor de origen peruano ocurrió a lo largo de una entrevista entonces para un medio latinoamericano. Interrogado sobre la tradicionalmente denominada clase política de nuestros países, Bryce Echenique fue escueto, simple, pero contundente en su respuesta.
Más que una clase política,  los políticos latinoamericanos son una clase dominante, incapaz y que no ha inventado nada, sino que se ha apropiado de todo, me dijo para describir a los hombres del poder en esta región del mundo.
Para rematar, los definió como trepadores profesionales,  y carentes de sensibilidad.  De hecho, los englobó en un concepto único y con un dejo de decepción consideró que poco o nada podría esperarse de ellos. Son una sola cosa y entre ellos se arropan, añadió.
Sus comentarios entonces me aturdieron personalmente en algún grado. Pensé al momento que se trataba de declaraciones, si bien periodísticamente atractivas, un tanto desproporcionadas.
Aún con el tiempo –que dicen todo lo cura y si no lo mata- los conceptos de Bryce Echenique  siguen retumbando en mi ánimo. Debo decir que fueron útiles para cotejarlos con la realidad política, en particular la mexicana, una, otra y otra vez. El tiempo me dio una ventaja, también debo apuntar.
Ahora ya dejé de creer que fueran desproporcionados o rimbombantes  los  señalamientos de Bryce Echenique. De hecho, al hacer esos comentarios me obsequió un nuevo prisma de análisis sobre la naturaleza de los políticos, en particular los mexicanos.
Si bien resulta cierto que siempre hay excepciones que ratifican la regla, constato en forma creciente la certera puntería de Bryce Echenique para explicar  la naturaleza de la llamada clase política, mexicana en este caso.
¿Y por qué lo digo? Abundan las evidencias de que el problema número uno de México es de carácter político.  Olvide o ponga por debajo los fenómenos económicos, delictivos, del crimen organizado, salud, educación, vivienda, desarrollo, infraestructura  y los que usted desee añadir.
Hace tiempo que los políticos mexicanos en general rinden poco al país, se han constituido en una clase aparte, alejada de la inmensa mayoría de los mexicanos a los que dicen servir. Por ello, la población se mantiene predominantemente escéptica de los políticos, los partidos y las instituciones.
La política se ha convertido en el quehacer casi más deleznable del país, lo que resulta de suyo muy grave porque en la desconfianza, el descreimiento o la distancia poco o nada puede construirse.
Esto lo tiene claro Peña Nieto. "No es con discursos con lo que se recuperará la confianza de los mexicanos, es con hechos... trabajemos juntos para recuperar la confianza de México y la confianza en México", dijo hace unos días al ofrecer una disculpa a “quienes se sintieron indignados” por el escándalo de la casa Blanca. Fin
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