Cuando el debate nacional se centra en las grandes cifras, cuando la explicación a la población del origen de nuestros problemas se satisface haciendo eco en lo macro, es decir, en aquello que por su tamaño impacta
más, ya sea lo social o económico, le estamos diciendo a la gente que no le entendemos al ejercicio de lo público.
El municipio mexicano es la oportunidad de oro para la nueva clase política, pero no sólo para continuar una carrera pública ascendente –lo cual es legítimo-, sino para dejar los cimientos y cambiar de una vez por todas las mentalidades de sus servidores públicos y de sus políticos acerca de que este orden de gobierno sólo es una catapulta en el poder.
Entender esto es reconocer que en México le hemos apostado al revés, mirando con desdén a lo micro y poniendo todos los huevos en la canasta de lo macro. El mejor ejemplo es la economía.
No pretendo hacer de este foro una discusión académica de qué rubro es el más importante, lo que estoy diciendo es que hemos dejado de construir bajo la lógica de un país sólido: primero cuidando la calidad de los cimientos, ¡vamos! construyendo de arriba para abajo.
Cuando la clase política no enfrenta el debate de lo que más duele a una sociedad y le da más peso a los logros “globales”, deja de pensar en lo micro. Y pensar en lo micro es sólo el primer paso, porque es pensar en las cosas que a la gente le importan, como es la empleo, su nivel de ingreso, la calidad de vida, si cuentan con servicios básicos como la seguridad, transporte, pavimentación, vigilancia o limpieza. Pensar lo micro obliga regresar al origen de las cosas.
¿A una ama de casa, a una vecina a un vecino le importa más un tema “global” que si sale a la calle buscando empleo y no lo encuentra? ¿Qué tanto le interesa a una joven recién egresada si las cifras de empleo han crecido y sin embargo lleva seis meses (es el promedio) sin encontrar una oportunidad laboral? ¿No son estos los temas que le interesan a la gente de manera cotidiana? ¿No son estos los rubros de los cuales la sociedad como la mexicana les gustaría estar escuchando a la clase dirigente? ¿La clase empresarial no estaría esperando como mínimo que se le provean las condiciones de seguridad para proteger sus inversiones?
Cuando logremos traducir lo macro en lo micro, la joven, la madre soltera, el trabajador, la obrera, el profesionista desempleado, el pequeño y mediano empresario comenzará a creer nuevamente en la clase política, reconocerá en ésta a un igual, verá a líderes que por fin están dejando a la política como ejercicio del poder en sí mismo y la ponen al servicio de la gente.
Sólo así, comenzando por rescatar nuestro discurso de lo más elemental para cualquier sociedad es como esta nueva generación de políticos mexicanos estará en condiciones de pedirnos que se les crea nuevamente, credibilidad, por cierto, que desde hace algunos años han extraviado en algún punto de ese lugar común y global que llaman lo macro.
Dr. Luis David Fernández Araya
*El Autor es Economista y Doctor en Finanzas, Profesor Investigador de Varias Instituciones Públicas, Privadas y Funcionario Público.
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