Los días como dirigente de la Confederación Nacional de Propietarios Rurales (CNPR) de María Esther Terán Velázquez, usurpadora de ese cargo hace prácticamente tres años, están contados si es que los titulares de la Sagarpa, José Calzada Rovirosa y de la Financiera Rural, Juan Carlos Cortés García, cumplen su compromiso con los genuinos propietarios rurales del país y aún con el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, al que representan y sirven.
Recién el viernes último, el presidente interino de la CNPR, Federico Sánchez Reyes y el ex dirigente, José Bonilla Robles, encabezaron una reunión con ambos funcionarios para exponer y documentar a detalle las acciones contrarias a la ley en que ha incurrido Terán Velázquez, la única mujer que ha presidido la CNPR en la historia de 70 años de esta organización, pero cuya gestión quedará en la memoria de los auténticos productores rurales como una página negra.
Calzada Rovirosa y Cortés García se comprometieron por separado a poner fin con base en la ley a los abusos de Terán Velázquez, quien convirtió a la CNPR en una especie de cuero seco.
Tras escuchar por separado a Sánchez Reyes y Bonilla Robles, quienes documentaron las tropelías sin fin de Terán Velázquez al frente de la CNPR, ambos funcionarios ofrecieron simple y sencillamente algo que se está esperando hace demasiado tiempo: aplicar la ley.
Se espera que Terán Velázquez sea en breve desconocida como titular de la CNPR, una organización que reivindica una membresía de más de dos millones de productores del campo, responsables de generar más del 70 por ciento de los alimentos del país.
El cumplimiento del compromiso de Calzada Rovirosa y Cortés García hará justicia a los propietarios rurales, honrará la ley y al gobierno del presidente Peña Nieto, quien se ha pronunciado una y otra vez a favor de la unidad, el estado de derecho y el desarrollo del sector primario de la economía.
La gestión de Terán Velázquez al frente de la CNPR ha corrido a contrapelo de estos tres objetivos. Esta pseudodirigente dividió a la CNPR, violentó los estatutos de la organización y dio al traste con la tarea de los agremiados de esta organización de impulsar la producción de alimentos en México.
Pero no fue todo. Echó por la borda décadas de una historia útil de la CNPR al anularla como una organización gremial que cumplió de manera digna el papel de interlocución entre sectores, organismos agropecuarios y gobierno.
En su lugar, Terán Velázquez se erigió en una virtual cacique que usó en su beneficio propio a la CNPR, incluso para alcanzar una diputación plurinominal en la LXI legislatura.
En marzo último, los productores publicaron una carta abierta a Peña Nieto para alertarlo sobre los actos eventualmente punibles de Terán Velázquez al apoderarse del patrimonio de la CNPR, incluyendo la sede con sus bienes y convertirse en una “dirigente de facto”, sujeta a varias denuncias penales. Hoy parece el ocaso de una mujer vista como una traidora por sus pares. (fin).
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