La COP y el Papa

SINGLADURA

A propósito de la reunión en París de la COP 21 topé con estas líneas que les comparto:

“El cambio climático es un problema global con graves dimensiones ambientales, sociales, económicas, distributivas y políticas, y plantea uno de los principales desafíos actuales para la

humanidad.

Los peores impactos probablemente recaerán en las próximas décadas sobre los países en desarrollo. Muchos pobres viven en lugares particularmente afectados por fenómenos relacionados con el calentamiento, y sus medios de subsistencia dependen fuertemente de las reservas naturales y de los servicios ecosistémicos, como la agricultura, la pesca y los recursos forestales. No tienen otras actividades financieras y otros recursos que les permitan adaptarse a los impactos climáticos o hacer frente a situaciones catastróficas, y poseen poco acceso a servicios sociales y a protección.

Por ejemplo, los cambios del clima originan migraciones de animales y vegetales que no siempre pueden adaptarse, y esto a su vez afecta los recursos productivos de los más pobres, quienes también se ven obligados a migrar con gran incertidumbre por el futuro de sus vidas y de sus hijos.

Es trágico el aumento de los migrantes huyendo de la miseria empeorada por la degradación ambiental, que no son reconocidos como refugiados en las convenciones internacionales y llevan el peso de sus vidas abandonadas sin protección normativa alguna. Lamentablemente, hay una general indiferencia ante estas tragedias, que suceden ahora mismo en distintas partes del mundo. La falta de reacciones ante estos dramas de nuestros hermanos y hermanas es un signo de la pérdida de aquel sentido de responsabilidad por nuestros semejantes sobre el cual se funda toda sociedad civil.

Muchos de aquellos que tienen más recursos y poder económico o político parecen concentrarse sobre todo en enmascarar los problemas o en ocultar los síntomas, tratando sólo de reducir algunos impactos negativos del cambio climático. Pero muchos síntomas indican que esos efectos podrán ser cada vez peores si continuamos con los actuales modelos de producción y de consumo. Por eso se ha vuelto urgente e imperioso el desarrollo de políticas para que en los próximos años la emisión de anhídrido carbónico y de otros gases altamente contaminantes sea reducida drásticamente”.

Se trata de la encíclica papal  Alabado seas mi señor, que este año hizo publicar el Papa Francisco y que recoge la preocupación de la Iglesia Católica sobre el deterioro ambiental de nuestra casa común.

Me pregunto si en la reunión de París esta encíclica, fruto del trabajo de numerosos científicos, filósofos, teólogos y organizaciones sociales, habrá resultado parte del debate.

Esta encíclica,como otras reflexiones que iniciaron hace más de 50 años  en Roma, advierte sobre el grave problema del calentamiento global, pero en especial hace ver los efectos de los modelos de producción y consumo que imperan en la mayor parte del mundo de nuestros días. No son ingenuidades, conviene apuntar.

Se trata de una alerta para todos y cada uno de nosotros. Ojalá prestemos oídos, pero sobre todo pongamos acción. (Fin)

This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.