Para muchos la recaptura de “el Chapo”, justamente cuando el peso mexicano se encuentra en sus más altos niveles en su paridad con el dólar, además de una caída fuerte del precio del petróleo, constituye el pretexto perfecto “para distraer” a la opinión
pública.
Pero es preciso señalar que la caída de nuestra moneda frente a la de la economía más poderosa del mundo no es una situación nueva, desde el año pasado veíamos esta tendencia, que ahora se suma a la situación de la economía China y su impacto en los mercados internacionales.
Debemos dejar de lado el recurso rápido de pensar que todo lo que pasa o decide cualquier gobierno son “cortinas de humo” y comenzar a evaluar las cosas y poner opiniones en el contexto que amerita. Los actuales embates económicos que estamos presenciando –y hay que decirlo con todas sus letras- corresponden a factores externos, pero eso no nos exime de responsabilidad.
Recordemos que China había sido el motor del crecimiento mundial, particularmente para los países emergentes por su alta demanda de materias primas, tendencia que cayó en 2014 por las muestras de desaceleración del gigante asiático. Hoy continúan devaluando su moneda, su bolsa se ha derrumbado y tiene consecuencias en economías como la mexicana a través de la caída en la demanda energética, misma que ha contribuido a la caída del precio del petróleo.
No es el mejor inicio de año en materia económica para el mundo ni para México, pero es aquí donde debemos de revisar las condiciones macroeconómicas de nuestro país y en su caso, trabajar para mejorarlas, que nuestro debate se centre en esto y no en pensar que actos como la recaptura son únicamente distractores sociales, si pensamos así nos estamos quedando cortos. Esto último también debemos de ponerlo en su adecuada dimensión, siempre se celebrará que delincuentes como el recapturado “Chapo” estén tras las rejas, pero la tarea no se acaba ahí, es decir, esto no significa que los niveles de inseguridad se reduzcan automáticamente, parte del debate nacional consiste en poner ambas cosas en su justa dimensión, por ejemplo, que seamos capaces de estar exigiendo a las autoridades económicas de nuestro país qué están haciendo para evitar un escenario como en el 2008-2009, para blindarnos ante lo que han llamado como la guerra de divisas.
Sin minimizar los efectos que tiene los avances en materia de seguridad, existe un renglón que es materia pendiente y es que las segunda economía del mundo caiga en una crisis de mayores proporciones, con las consecuencias para nuestro país, como en el sector manufacturero por aumentos del precio del dólar y una escasa posibilidad de recuperación del precio del petróleo, finalizando con la posibilidad de recortes presupuestales, lo anterior implica alejarnos de la idea fácil de que todos son distractores y nos debe obligar ponernos a trabajar.
Dr. Luis David Fernández Araya
*El Autor es Economista Doctorado en Finanzas, Profesor Investigador de Varias Instituciones Públicas, Privadas y Funcionario Público.
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