Cada vez que se habla del gobernador de Veracruz, Javier Duarte de Ochoa, es para mal. Se le asocia al asesinato de periodistas -13 en su gestión de gobierno-, a corrupción e ineficiencia, pero también a la desaparición de cinco jóvenes en Tierra Blanca.
Sus cartas credenciales huelen a sucio. Se le impugna desde diversos flancos. Su gestión ha sido considerada incluso peor que la de su antecesor, Fidel Herrera, que ya es mucho decir.
Y sin embargo, Duarte sigue allí, como el dinosaurio en el cuento del guatemalteco-mexicano Augusto Monterroso.
Esto hace pensar a cualquier ciudadano simple y mortal sobre qué o quién protege al ex diputado Duarte de Ochoa. La Universidad Veracruzana también lo increpa y le exige, lo repudia y sale a las calles de Veracruz para exigir diversos cumplimientos al gobernador veracruzano, que sin embargo permanece tan campante como aquel señor Johnny Walker.
Es cierto que Duarte de Ochoa ya está de salida. En diciembre, Veracruz podrá salir de él, pero en la historia quedará un registro negro de su gestión.
Y nadie en este país dentro del estamento político llama a Duarte de Ochoa al orden. ¿Por qué? Sólo lo saben los políticos, entre ellos el presidente Enrique Peña Nieto, un “amigo” del gobernador que despacha en Xalapa. Se dice que ambos son amigos y que Peña Nieto agradece a Duarte de Ochoa su apoyo cuando buscaba la primera magistratura del país. Quizá.
Hace unos días, el presidente nacional del PRI, Manlio Fabio Beltrones, en un arrebato en la capital de Tabasco hizo ver que Duarte de Ochoa estaba obligado a rendir cuentas claras a los veracruzanos.
“Duarte deberá de estar presentando, obviamente, cuentas concretas y verdaderas a los veracruzanos”, aguijoneó Beltrones.
Estas declaraciones públicas estremecieron el ambiente político del país porque se pensó –cuánta ingenuidad- que al fin alguien en la cúpula política nacional concretaría por fin lo que la mayoría de los veracruzanos y aún en todas partes del país han reclamado: la salida de Duarte de Ochoa de palacio de gobierno, o al menos, que se le llame a cuentas.
Pero poco duró la expectativa. Menos de 24 horas más tarde, Beltrones echó marcha atrás.
“Javier Duarte es el gobernador de Veracruz y, como gobernador del estado, está cumpliendo su trabajo y deberá esmerarse en hacerlo todavía mejor” cuando ya está en la ruta de salida, dijo Beltrones, al hacerse eco de que sólo unos meses restan a Duarte de Ochoa para dejar el gobierno.
Otros flancos de críticas al gobernador veracruzano provienen de las finanzas. Un reporte de la Cuenta Pública de la Auditoría Superior de la Federación (ASF) hizo ver que la administración de Veracruz recibió observaciones por más de 14 mil millones de pesos.
Pero después de todo, Duarte de Ochoa está de salida, han de pensar muchos de sus colegas.
Me preguntó si eso es todo o es que entre pillos como entre gitanos no se leen la suerte. (fin)
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