Claro que si. Concuerdo con la opinión generalizada de que el magnate neoyorquino Donald Trump incurre en una barbarie inhumana al despreciar a los mexicanos y, peor aún, en sugerir que México se convirtió en un “vertedero” para Estados Unidos, al exportar drogas, crimen y a sus violadores, más enfermedades “tremendamente infecciosas”
¡Ufff! Pobre México podríamos replicar de este lado de la frontera del Río Bravo. ¡Tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos!”, el país que como sabemos más drogas consume en el mundo y donde se cometen crímenes tan atroces como los que cobraron las vidas de Abraham Lincoln o John F. Kennedy, sin mencionar la matanza en diciembre de 2012, cuando Adam Lanza desató un tiroteo en una escuela de educación primaria de Newtown, Connecticut, con un saldo de 26 muertos, entre ellos 20 niños de entre cinco y 10 años. Además, de las muertes del propio agresor y la madre de éste.
Sería prolijo abundar al respecto, que por lo demás no es tema de estas líneas.
Trump es un bárbaro inhumano. De eso no hay duda. Sus comentarios trasuntan odio por el ser humano, lo cual es más grave todavía.
Pero hay que examinar otro perfil de su discurso xenófobo e inútil. Se trata de la reacción en general de los políticos mexicanos y, por supuesto, del propio gobierno mexicano.
Todos han censurado las palabras y posturas de Trump, pero ninguno ha acertado a asumir la responsabilidad que tienen en su condición de gobernantes en el éxodo de los mexicanos a una tasa promedio anual de medio millón de los nuestros, que huyen del país en busca lo que sea con la esperanza de subsistir.
Recién la víspera, diputados de todas las fracciones condenaron el discurso de odio a los migrantes del precandidato Trump.
Incluso, demandaron al gobierno mexicano una postura más contundente para expresar su rechazo a la postura del aspirante republicano.
La panista María Verónica Agundis Estrada advirtió que la relación de México con EU se ha visto mermada por no responder a tiempo y con contundencia a las palabras de Trump.
"Ante la propuesta de un nuevo embajador de México en los Estados Unidos, esperamos que se abra un espacio de oportunidad para hacer frente a esta torcida ola de odio y violencia en perjuicio directo de nuestros connacionales", dijo.
En ese tono sus colegas legisladores.
Pero preguntemos a esos mismos legisladores y al gobierno de Peña, lo mismo que a sus antecesores, que han hecho para impedir la fuga de miles de mexicanos al país vecino.
Eso es lo que debería indignarnos mucho más que las palabras de Trump. Si los mexicanos se van es porque México les cierra las puertas a una vida posible y en eso la mayor responsabilidad es de los gobernantes, que deberían indignarse con las condiciones de vida de la mayoría de los mexicanos y no tanto de las palabras de Trump, que después de todo está en su casa.
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