“Garage sale

SINGLADURA

Si. El pomposo anuncio hecho esta semana por el presidente Enrique Peña sobre las llamadas Zonas Económicas Especiales (ZEE) se perfila como la nueva venta de cochera o “garaje sale”, esas a las que tan asiduos son nuestros pragmáticos vecinos del norte para salir en forma rápida y económica de cuanto cachivache se acumula en sus áreas domésticas con la diferencia de que México no debiera ser el espacio más propicio para el remate de sus riquezas naturales con todo y territorio y, peor aún, de sus personas.

En la promulgación de la ley sobre las ZEE en el puerto michoacano de Lázaro Cárdenas, el propio Peña definió estos proyectos que se pretenden crear hacia 2018 como  "áreas geográficas con un gran potencial productivo, donde se ofrece un entorno de negocios excepcional para atraer inversiones y generar empleos de calidad, a través de incentivos, facilidades, y el desarrollo de infraestructura".

 

El punto es sin embargo que detrás de esta “sana preocupación” presidencial por detonar el desarrollo  y generar empleos, está la subasta e incluso el regalo de esas áreas de “gran potencial productivo” para que se explote al trabajador –desde el obrero hasta el profesional- mediante intensas jornadas laborales a cambio del pago de salarios-bagatela. Es el modelo que impulsa Peña, asociado claro al gran capital doméstico y foráneo.

 

De allí su llamado, casi súplica, a la iniciativa privada nacional para que acometa un “esfuerzo extraordinario”, con el acompañamiento del gobierno dispuesto a otorgar todo tipo de “incentivos, facilidades y el desarrollo de infraestructura”, según apunto el propio presidente.

 

El propósito peñista de estas ZEE es –dijo- generar empleos, crear cadenas de valor, alentar la inversión extranjera,  acelerar la diversidad de las exportaciones, desarrollar actividades de alta productividad y en consecuencia mejorar el bienestar de la regiones, entre las más pobres del país.

 

Pero esto no será, por supuesto y para desgracia nacional, por la buena diligencia del gobierno ni la extraordinaria generosidad de los potenciales inversionistas, sino por los abundantes subsidios gubernamentales y el aprovechamiento de la mano y de obra y el talento a precio de ganga. Este es el trasfondo de las ZEE. Que vengan los capitales nacionales y/o extranjeros y que aprovechen la riqueza nacional, incluida por supuesto la mano de obra barata, y más aún la calificada, además de exenciones fiscales y cesión de predios, entre otros “incentivos” y prebendas.

 

Más tarde, el gobierno, éste o los que sigan, podrán jactarse de que el país es un imán para la inversión merced a las sabias políticas macroeconómicas que se ha instrumentado en el país. Exhibirán además los montos de inversión y argumentarán que ese es el mejor México posible, casi el edén y muy por encima de  otros países. Aplausos. El saqueo del país, su riqueza y su gente tiene muchos rostros. Lo más grave es que se persiste en el modelo con la anuencia y complacencia oficial. 

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