Se agotó el tiempo, dijo el titular de Gobernación y aspirante presidencial, Miguel Ángel Osorio Chong, a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE). Pero ésta ni se inmutó, no al menos públicamente.
Al contrario, advirtió el peligro de que la rebelión de docentes en el sureste de México se amplie y aún radicalice.
Un vocero del gremio en el estado de Chiapas amenazó incluso con matar a políticos si hay nuevos asesinatos de maestros.
“Como son vampiros, quieren más sangre pero dejamos bien claro: por cada compañero muerto que haya, uno de los políticos va a morir también", dijo Pedro Gómez Bamaca, portavoz de la CNTE en Chiapas. Así ¿o más claro?
Escala entonces la dificultad para un avenimiento entre las partes en conflicto. En el medio, el país expectante de lo que haga cada una de las partes.
Si el gobierno decide mano dura o garrote, se le vendrán encima todas las críticas, repudio y condenas. Lo sabe el gobierno del presidente Enrique peña, cuyo récord en materia de derechos humanos, impartición de la justicia y vigencia del estado de derecho es poco menos que negro, gris si acaso.
Si deja que crezca la movilización de la CNTE, le lloverán las críticas por su mano tibia y ausencia de gobernabilidad de los sectores más duros del país, entre ellos los empresarios tan amantes según ellos mismos de la plena vigencia del estado de derecho y las alas más conservadoras de la Iglesia católica y el comercio organizado.
Si apremian a la CNTE, ésta casi seguramente no dudará de hacer frente a la mano dura gubernamental con el nada desdeñable, aunque censurable, propósito de ganar adeptos, simpatías y solidaridad a su causa, que se nutriría de nuevos mártires y una mayor argumentación para poner en claro, si es que hiciera falta, sobre la política del garrote del ejecutivo federal a través de sus esbirros.
El par de jornadas de diálogo en Gobernación no han llevado a nada hasta ahora, salvo si acaso a ganar tiempo para ambas partes. Pero el tiempo apremia más al gobierno y en particular al titular de la Segob, que sabe tiene entre las manos una papa caliente que podría hacerle puré sus aspiraciones a suceder a Peña. De allí que haya puesto límite al tiempo. Pero ¿qué alternativa tiene a la vista? ¿El garrote? Complejo y peligroso. Las policías a su mando son imprevisibles y sus andanzas han dejado huella sanguinolenta, lo que potencialmente es demasiado peligroso en un país encabritado consigo mismo.
Algo tendrán Osorio Chong y sus huestes que decidir y pronto, pero sobre todo deberán hacerlo con inteligencia y talento político. El país está demasiado crispado y Osorio tiene mucho en juego.
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