¿Ochoa?

SINGLADURA

Llega Enrique Ochoa Reza, ex director de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), a un PRI desvencijado y vapuleado recién en las elecciones de junio último. Llega para  primero restañar las heridas electorales del tricolor y enseguida para acometer la tarea

de catapultarlo de nuevo hasta el punto máximo del firmamento político de este país. Empeño complejo para un “político” de reciente cuño , si bien es cierto que carga con cartas credenciales impecables en el ámbito de la formación profesional.

Abogado por la UNAM, economista por el ITAM y dos maestrías más un doctorado por la Universidad de Columbia en Nueva York no son poca cosa en una sola  persona. Los títulos describen por supuesto a un hombre  formado y consolidado en la academia.  Ninguna duda al respecto, pues.

Ochoa asciende al puesto máximo de dirección priista. Sucede en el cargo a un político de fuste como Manlio Fabio Beltrones, un veterano auténtico de la política mexicana, formado y fraguado en la batalla política. “Implacable operador político que florece y prospera en la política de puertas cerradas” es como describe a Manlio un documento de factura diplomática estadunidense.

Gobernador, senador dos veces, diputado tres, coordinador de su fracción, presidente de Diputados, subsecretario de Gobernación, entre otros cargos, funciones y aspiraciones –aún de índole presidencial- Beltrones renunció al máximo cargo priista tras la derrota tricolor del primer domingo de junio.  Se discrepe o simpatice con él, no puede negarse que el ex gobernador sonorense  actuó  bajo la égida de la congruencia y en consecuencia con el saldo electoral. Quizá su retiro temporal de la escena política nacional sólo abra una tregua o un paréntesis si acaso en su larga trayectoria  política.

Si hubiera duda, Beltrones la anuló al ratificar que “seguiré” en la política, “mi vocación”, dijo en su discurso de renuncia. “Toca hoy hacer una pausa necesaria”, consideró al prometer que continuará después “en la búsqueda de los mismos objetivos” que hace años y con muchos  priistas ha venido platicando para “encarar las nuevas circunstancias que México vive”. Volverá, es claro.

Al frente del PRI, queda Ochoa, cuya  entronización repitió los antiguos y gastados procedimientos priistas y aún presidenciales.

Comprometió ponerse al frente de un cambio y una nueva era tricolor, un organismo político más abierto, transparente, dispuesto al debate y al contraste.

Es seguro que habrá un cambio, De entrada hay un cambio generacional en la conducción priista. Pero además, Ochoa, de 44 años, embona en el perfil de la tecnocracia, la misma clase “política” que enraizó en México a partir del gobierno de De la Madrid con los resultados que conocemos.

Trae en su haber el impulso a la reforma energética, pero en la CFE hay quienes lo recuerdan como un funcionario colmado de soberbia y excesos. Veremos si es cierto y quién dice la verdad.

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