Si observamos los cambios que ha presentado el diseño institucional en México sobre política social se aprecia que han existido avances. Antes del PRONASOL conocido como Solidaridad, existieron esfuerzos como el COPLAMAR (Coordinación Nacional del Plan Nacional de Zonas Deprimidas y Grupos Marginados) o el SAM (Sistema Alimentario Mexicano), mismos que en un inicio se dirigían en su mayoría a los sectores rurales e indígenas. Con la llegada de Solidaridad se incluyó un elemento novedoso como fue la participación social, hasta llegar a la actual propuesta conocida como PROSPERA, en la que se consideran aspectos relacionados con el fomento productivo, generación de ingresos, bienestar económico, inclusión financiera y laboral, educación, alimentación y salud para población en condiciones de pobreza extrema, bajo esquemas de corresponsabilidad.
Hemos pasado de una visión unidimensional a una multidimensional para explicar a los problemas sociales como es la pobreza en sus múltiples manifestaciones, contamos con esfuerzos institucionales a fin de atender los principales problemas en nuestro país como es el hambre. Sin embargo, a pesar de estos esquemas seguimos teniendo una gran deuda con la población que menos tiene, seguimos presentando brechas que parecen infranqueables de desigualdad y distribución de la riqueza.
Pero no es tarea sencilla que se pueda solucionar con una norma o destinando presupuesto, no solo se trata de buena voluntad y sensibilidad, se debe de partir de estudios serios y científicos que permitan acercarnos a la definición del problema, poner en marcha la política y evaluarla permanentemente y en su caso, redireccionarla.
Pero entrarle a los complejos problemas sociales pasa necesariamente por una análisis de peso, entre los que se debe destacar cuáles son las variables que mejor explican la presencia de estos flagelos, dicho en otras palabras, si hablamos de los diferentes tipos de carencias sociales como la alimentaria, de salud, de acceso a servicios básicos de la vivienda, de acceso a la seguridad social o educación debemos de decir qué factores explican mejor la presencia de cada una de estas, para con ello establecer políticas sociales mejor focalizadas y que permitan atender las carencias y los diferentes grados de pobreza. Pero hacerlo significa dejar de pensar que todos los problemas sociales se solucionan con solo destinar recursos o con generar programas que atiendan todo a la vez.
Requerimos sacrificios conscientes para atender no todos los problemas sociales de un solo momento, sino los más apremiantes, porque ha prevalecido un problema de interpretación, donde la mayor carga de los programas sociales han sido con fines asistencialistas, de contención de la pobreza pero sin abandonar esa condición. Lo importante es romper las inercias del asistencialismo o bien, hacerlo pero de manera temporal, que permita primero nivelar el acceso a los derechos sociales y luego sacar al pobre del circulo vicioso de la pobreza de manera focalizada, comenzar por algún lado, un municipio, una comunidad que nos sirva de modelo, donde se atiendan no todos los problemas sociales sino los más relevantes, donde no solo se acompañen de programas productivos que cambien las condiciones materiales, sino que vaya acompañado del fortalecimiento de la cultura laboral y familiar, lazo fundamental de cualquier sociedad.