Crónica de un país sin responsabilidad

Día 28 de la cuarentena, las cifras siguen su escalada normal: Tres mil 686 casos activos, 486 muertos, Dos mil 125 recuperados.
 
¿Qué haríamos los mexicanos si supiéramos que se acerca el fin del mundo? 
Nada, simplemente nos hubiéramos burlado y habríamos hecho cuanta pendejada se nos hubiera ocurrido hasta que el mundo colapsara.
 
¿Valentía? No, ¿Irresponsabilidad? Sí
 
Y esto es general, desde los mandatarios, tanto federales como estatales, hasta los que no tienen un hogar donde vivir, ya sea por drogas, por alcoholismo o simplemente porque no les gustaba tener que seguir las normas hogareñas.
 
Si digo que esto es general, es por que los gobernantes que hemos tenido, nunca se han preocupado porque sus gobernados estén bien, vivan tranquilos y tengan prosperidad.
 
Desde la conquista española hasta nuestros días, los personajes que nos han dirigido, siempre han mostrado su ambición personal desmedida y buscan beneficios, tanto para ellos como para sus allegados, de ahí que al país se lo lleve la fregada.
 
¿Cómo es posible que, viendo lo que sucedía en China, no se tomaron medidas pertinentes?
 
Esto es, los anuncios sobre lavarse las manos, mantener la sana distancia, evitar tocarse el rostro, saludar con los codos, estornudar y toser de etiqueta.
 
Medidas preventivas para lo que se nos acercaba, pero no, no se hizo nada hasta que comenzaron los brotes en nuestro país.
 
¿Cómo es posible que pese a lo que estamos viviendo, aún existan personas que piensen que se encuentran de vacaciones?
 
Tal vez la rabia, la desesperación y la impotencia que estoy viviendo sea lo que me lleva a cuestionarme sobre todos, pero siendo realistas, no estamos preparados para enfrentar calamidades y salir adelante.
 
Podrían decirme que con los sismos de septiembre del 85 y del 2017, los mexicanos estuvimos unidos, que nos solidarizamos y nos ayudamos para continuar con nuestras vidas.
 
Y yo les puedo asegurar que, con excepción de algunas decenas de personas, entre los miles que “ayudaron” en los escombros, la mayoría iba en busca de algún beneficio.
 
Cual carroñeros, muchos buscaban rescatar “pertenencias” de valor de los afectados, para quedarse con ellas, al fin y al cabo, que nadie las iba a reclamar.
 
Otros trataban de hacerse presentes y de esa manera conseguir “algo”, por ejemplo, el crédito de alguna vivienda, misma que más tarde venderían al mejor postor.
 
No faltaron los que se colocaron en los grupos políticos, utilizando la desgracia y a las masas populares para destacarse y de esa manera conseguir un “hueso”.
 
Así que no se engañen, no estamos preparados, la prueba de ello es que, en este momento, con excepción de algunos buenos samaritanos que reparten despensas y ayudas de manera altruista, nadie está haciendo nada, por el contrario, violan la cuarentena y se convierten en propagadores de un virus que va a diezmar a la población.
 
Decía José Alfredo Jiménez que “la vida no vale nada”, tal vez así sea ya que los mexicanos están demostrando que no les importa nada la vida de los demás y se pasan por entre las piernas las medidas sanitarias.
 
En el mundo reconocen que el mexicano se burla de y con la muerte, y lo hace cada 2 de noviembre, pero no es así, nos burlamos de la muerte día con día, brincándonos los semáforos, conduciendo a más velocidad de la permitida, metiéndonos en sentido contrario, dándonos la vuelta en donde se nos pega la gana, sin importarnos que sea correcto no.
 
Nos burlamos cuando vamos conduciendo y texteando con el celular en la mano, cuando tiramos basura en las calles, cuando vamos a las playas y las dejamos peor que un chiquero, cuando debemos hacer fila y nos la brincamos por nuestras pistolas, cuando en el metro nos sentamos en lugares exclusivos cuando no respetamos, ni a nuestras mujeres ni a nuestro país.
 
Así que, aunque me duela reconocerlo, no estamos preparados para nada y eso, no deja más que una realidad, nos merecemos lo que nos ha pasado, lo que nos pasa y lo que nos pasará.