Cada quien hará sus cuentas, obtendrá sus propias conclusiones de manera individual o social, incluyendo a los gobiernos y sus administraciones públicas; habrá, por un lado, quienes sostendrán que todo fue una engañifa, que es parte de la teoría de la conspiración, de una guerra comercial entre Estados Unidos y China o que fue una sopa de murciélago; quienes por cierto, seguramente no los va a matar el virus, pero vivirán sujetos al vaivén del desconocimiento... y esa también es otra forma de estar contagiado. Por el otro lado, están quienes de manera responsable están buscando efectos, causas y razones más menos elaboradas porque buscan aprender de esta situación.
En cuanto a lo público algunos líderes se tendrán que enfrentar a un virus que ha sido global y democrático, pero muchas de sus medidas no. En lo personal, cada una y uno juzgarán con qué lecciones se quedan; por ello, como ejercicio descriptivo se presentan aquellas lecciones básicas (están muy lejos de ser todas) que en el ámbito público, desde la perspectiva de los líderes, y en el aspecto privado se consideran como aspectos mínimos que derivan de esta pandemia.
En lo público:
Las pandemias modifican patrones. La dinámica social de cercanía y de higiene será modificada. Desde lo público y lo privado.
Requerimos más gobierno y menos política. No se está diciendo que la política no importa, sino que esta debe realizarse en el marco de las necesidades actuales. Adecuarse.
La pandemia está azotando a los que menos tienen en lo inmediato y lo hará aún más por los efectos económicos venideros.
Se requieren respuestas.
Casi todos los sistemas de salud en el mundo, respiraban artificialmente. Pocos lo sabían.
Una pandemia merece respuestas públicas sólidas, no ocurrencias.
La educación en materia de salud, deberá ser una política de Estado traducida en políticas públicas. Tanto en el deporte como la alimentación.
Los gobiernos están nerviosos, porque con esto se juegan su futuro político, por ello deben allegarse de los que saben. Esta etapa también está midiendo la capacidad de liderazgo.
Los mentirosos y los que distorsionan la realidad, terminan haciendo el ridículo. Al tiempo.
Un plan económico no solo debe implicar a las empresas de todos tamaños, es tiempo de rescatar a los ciudadanos.
En lo privado:
Vaciar los estantes de papeles de baño no era la solución para contener al virus. No contuvo nada.
Aquí también aplica que los mentirosos y los que desinforman terminan haciendo el ridículo. Al tiempo.
No guardar las medidas sanitarias recomendadas era (es) nuestra forma de contribuir a contener el virus. Muchos países reprobamos en este renglón.
Hay que leer o releer a Camus y “La Peste”. Hay que leer, punto.
Eduardo López Farías es economista, maestro y doctor en Administración Pública, ha realizado dos estudios postdoctorales en España y actualmente se encuentra realizando un tercer postdoctorado.