Es imposible negar que fue una semana interesante. Primero el doctor Ackerman, alias “el nopal” (por todas las propiedades que le han encontrado) montó un berrinche monumental cuando su candidata y amiga Diana Talavera quedó fuera de las quintetas de aspirantes a consejeros del Instituto Nacional Electoral, INE.
En su desesperación no solo denunció supuestas irregularidades en el proceso de selección, sino que además, en alianza con Dolores Padierna y otros diputados del “ala dura” de Morena y PT, pretendió descarrilarlo, actitud que fue acertadamente calificada como “golpista” por parte de Porfirio Muñoz Ledo. Por fortuna fracasaron en el intento y con mayoría calificada de 399 votos, se aprobó en San Lázaro la designación de los nuevos consejeros electorales.
Coinciden los que saben que el logro se le debe adjudicar al coordinador morenista Mario Delgado, pues pudo aplacar la rebelión interna y de paso “convencer” a los partidos de oposición. Aunque ni esa victoria lo salvó del regaño por parte de López Obrador, quien le recriminó que no se hayan podido discutir en el periodo extraordinario de sesiones algunas de sus iniciativas, como por ejemplo, la referente a la desaparición de numerosos fideicomisos. Y se entiende la molestia del “prócer”, porque no halla de dónde sacar dinero para seguir manteniendo sus programas sociales.
Y si de regaños hablamos, no se puede soslayar el que recibió el Secretario de Hacienda, cuyas declaraciones acerca de la importancia del cubrebocas como un elemento clave para relanzar con éxito la economía fueron consideradas desproporcionadas por el mandatario federal. A decir verdad, me intriga sobremanera saber hasta donde se puede estirar esa liga antes de que se rompa, ya que no es la primera vez que Arturo Herrera es objeto de burlas y humillaciones.
El que si de plano no aguantó más fue Jiménez Espriú y presentó su renuncia argumentando discrepancias por cuanto a la (inconstitucional) decisión de militarizar los puertos y aduanas; empero, dicen por ahí que el verdadero motivo va más allá, y es que al parecer el ex secretario comenzó a escuchar pasos en la azotea desde la llegada de Lozoya a México, y prefirió retirarse antes de que en el caso Odebrecht pudiera resultar embarrado junto con su familia.
Al final de cuentas, fue nombrado en su lugar Jorge Arganis, más no se sabe si su designación fue un premio o un castigo, pues de estar involucrado activamente en el desarrollo de la refinería Dos Bocas, dio a parar a una Secretaría desmantelada y relegada de todos los proyectos importantes de la transformación de cuarta.