A mi hermano Sergio Octavio. Caballero de digna estampa.
En los últimos días el gobierno de la República ha demostrado perder el toque, el rumbo, la brújula. Esta dando golpes de ciego y no atina en sus políticas, existen áreas que por su burocracia se mantienen a flote pero no sabemos mucho de los logros, si es que los hay, ni de sus gestiones.
El presidente está empeñado en perseguir instituciones, desacreditar a sus integrantes y desaparecerlas; es un ejercicio por demás excesivo y excedido de sus poderes o facultades constitucionales. Esta obsesionado en hacer y deshacer para dejar un legado que marque la diferencia.
Vivimos tiempos que sugieren nuevos paradigmas y estamos ante una estela de medios de comunicación que ponen en relieve lo bueno y lo malo de los gobiernos, sus instituciones y sus funcionarios. El sello de estos tiempos son la democracia y la transparencia. Cualquier gobierno democrático debe ser transparente y toda institución y funcionario que proviene con hábitos de transparencia es consecuencia de la democracia.
Ambos principios, la democracia y la transparencia son consecuencia de una lucha social y política de los últimos 50 años; se convirtieron en instituciones cuando intelectuales, académicos y organizaciones de derechos humanos, participación ciudadana y transparencia y rendición de cuentas fueron influyendo en los políticos y legisladores.
La lucha no fue fácil ni de corto plazo, en el caso de la democracia 1968 marcó el disparo de salida de una generación que con cárcel, exilio y clandestinidad logró que en 1977- 1979 se diseñara una reforma constitucional para que la izquierda accediera al poder, que el poder legislativo se ampliará en su representación de mayoría relativa e incorporó a doscientos diputados de representación proporcional. Se creó en 1990 el Instituto Federal Electoral como una demanda de la oposición en su conjunto, al sentirse robada en la elección de 1988, y se ciudadanizó para darle mayor rigor de imparcialidad a sus resoluciones y actos de organización de las elecciones.
El IFE, hoy INE, es una victoria constitucional, legislativa, política y social de la oposición de derecha e izquierda mexicanas, de la cual muchos, hoy en el poder, plantean demolerla.
Qué decir de la transparencia y la rendición de cuentas. La opacidad y la falta de información de los gobernantes, funcionarios públicos y legisladores han sido los cimientos de la corrupción, y estos flagelos han infiltrado a algunos sectores de la sociedad.
Los partidos de oposición con el apoyo de destacados intelectuales y académicos fueron construyendo propuestas para que el Estado Mexicano tuviera una institución que garantizará a los ciudadanos el acceso a la información, transparentar el uso de todos los recursos del gobierno y obligará a todos sus funcionarios, legisladores y gobernantes a rendir cuentas.
Gracias a la política agresiva, permanente y congruente de López Obrador y sus seguidores se pudo conocer de actos de corrupción, de abuso y mal uso de recursos de la nación.
Es muy lamentable saber que el único hombre en la administración pública federal, que juró defender la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, hoy tenga la tentación, no sólo de violarla, sino de quitarle todo lo que le estorba como el INAI.
A veces pienso que la película “La ley de Herodes” fue más una cinta de lo que iba a suceder que una crítica de lo que presuntamente sucedió. Damián Alcázar está más cerca, en su personaje, a Andrés Manuel que a Miguel Alemán.
Después nos enteramos, en nuestro descanso dominical, que las vacunas contra el virus de Covid-19 han llegado a los brazos de los llamados “Servidores de la Nación”, mujeres y hombres que trabajan en la Secretaria de Desarrollo Humano y han hecho la función de ir formando una estructura territorial que responda electoralmente al gobierno de López Obrador.
Ante la Incompetencia de MORENA para hacer una estructura competitiva y con eficiencia para las próximas elecciones, López fortaleció a “los servidores” para trabajar en las zonas más marginadas del país.
Aplicarles la vacuna raya en un acto arrogante, aberrante, estúpido. Han muerto más de ciento cuarenta mil mexicanos por esta pandemia, decenas de miles están contagiados, se presumió un calendario con sectores de la población que irían recibiendo su vacuna y todo parece indicar que eso no se pudo respetar.
Y este es el tema de fondo sobre la aplicación de las vacunas a estos operadores electorales. No hay respeto a nada ni a nadie por parte de las autoridades, no hay ningún tipo de consideración, equilibrio, freno o ponderación en ningún oficina de las instituciones de gobierno.
Lamento mucho que esto haya pasado, que suceda cuando los personajes que gobiernan dijeron ser diferentes a los anteriores. Genera enojo e indignación la insolencia e indolencia de Obrador, actúa como si fuera algo más elevado a la categoría humana; y esa actitud de arrogancia, soberbia y endiosamiento es lo que hizo que Lucifer fuera expulsado y mandado al infierno.
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Director de la Consultoría “GIS, Generamos Ideas y Soluciones.”
Ex Presidente del Instituto de Capacitación y Desarrollo Político de la CDMX.