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Los gobiernos sin mayorías son el síntoma característico de las nuevas democracias. Electores que no se encuentran convencidos con una ideología, sino con distintas opciones políticas buscando con ello lograr equilibrios que eviten los excesos de poder y
discrecionalidad han marcado las elecciones en países como México, Italia, Grecia, Portugal y Reino Unido. Sin embargo, ello se ha reflejado -la mayor parte de las veces- en inmovilismo, falta de resultados y baja eficacia gubernamental.
De otra forma no se podría entender la invención de mecanismos como el Pacto por México con el que la administración del presidente Enrique Peña Nieto busca demostrar que aun en gobiernos divididos es posible que la democracia sea eficiente y productiva.
Pero Japón no ha tenido que diseñar un pacto por Japón, sino que sus ciudadanos han comprendido la gravedad de la situación en la que se encuentra el archipiélago y han decidido otorgarle todo el apoyo necesario a su primer ministro, Shinzo Abe, para que lleve a cabo todas las acciones necesarias para dejar atrás la recesión y entrar de nuevo en un espiral de crecimiento y desarrollo.
Ese apoyo se tradujo el pasado domingo en el control del Senado, el cual se suma al que ya tenía de la Cámara de Diputados y que justamente fue el que le permitió a Shinzo Abe ocupar la jefatura de gobierno.
Se trata de un sistema parlamentario similar al alemán, pues ambos comparten la historia de haber sido los perdedores de la Segunda Guerra Mundial y de haber sido objeto de la acción de potencias extranjeras en el diseño de su sistema político.
La opción por la que votaron mayoritariamente los ciudadanos nipones el pasado domingo no es menor, pues representa el punto de inflexión para la liberalización de sectores que anteriormente permanecían cerrados y que eran considerados de extrema prioridad por el gobierno japonés. Tal es el caso de la agricultura y del sector financiero.
Y es que no se podría entender el fortalecimiento y engrandecimiento de grandes corporativos japoneses sin la intervención directa y celosa del gobierno, el cual desarrolló una profunda alianza con el sector empresarial a favor del desarrollo tecnológico.
Es por ello que Japón ha entrado en una nueva fase de su desarrollo y seguramente lo veremos siendo parte de grandes acuerdos comerciales de los cuales anteriormente prescindía, como lo es el Acuerdo Transpacífico.
Fue mucho tiempo el que Japón permitió que China engatara sola en los mares del comercio, no obstante, el Estado del sol naciente ya ha izado velas.